Hace un siglo, existieron proyectos colaborativos entre profesionales de la arquitectura y de la docencia para diseñar centros educativos. Un caso paradigmático fue el del pedagogo Manuel Ainaud y el arquitecto Josep Goday. Ambos idearon centros que eran el reflejo de civismo y cultura. También incluían espacios complementarios a las aulas como bibliotecas o laboratorios y la higiene y la luz natural eran de gran importancia. Y, lo más relevante: eran espacios donde se enseñaba y aprendía mejor.

“El espacio nunca es neutro. Por un lado, los niños pasan muchas horas en edificios educativos, especialmente en nuestro país, y en la infancia somos además mucho más sensibles al entorno. Investigaciones realizadas desde varias disciplinas han confirmado lo que hace 100 años ya se intuía: que elementos del entorno como la calidad y cantidad de luz natural, la relación con el exterior, el confort acústico y térmico o la calidad del aire inciden en el aprendizaje”, explica Mariona Genís, doctora en arquitectura, docente y socia del estudio Arquitectura Genís Planelles.

“Si la arquitectura tiene en cuenta, además, la experiencia pedagógica, es decir, la organización del espacio en función de cómo se aprende, puede convertirse en un verdadero catalizador del aprendizaje”, añade.

La arquitectura, aliada de la pedagogía

Genís señala que el punto de partida en el diseño o rehabilitación de un espacio educativo es la práctica pedagógica que el centro desea implementar. “Esta premisa debe convivir con la flexibilidad y la capacidad de poder implementar modificaciones que se adapten a posibles cambios en el aprendizaje”, destaca.

Las escuelas son, además, un equipamiento central para barrios y pueblos. Su carácter estratégico debe convertirlas en espacios sostenibles. Además, no solo deben ofrecer confort a la comunidad educativa sino que deben ser capaces de transformarse en refugios climáticos o incorporar elementos naturales.

Por otro lado, estos espacios de convivencia deben fomentar la accesibilidad, la inclusión, la coeducación, la seguridad y la salud física y mental de todos los usuarios.

La arquitecta ha participado en la elaboración de la guía Nous Espais, Nous Aprenentatges. Un trabajo del Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya, en colaboración con el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, COAC. Es un documento, a disposición de los centros educativos, que facilita la implementación de una serie de estrategias que deben incluir los nuevos espacios educativos o aquellos que se deben transformar.

A continuación, se enumeran algunas de las características deseables para estos espacios, según la citada guía. El informe no pretende estandarizar sino servir como un lienzo en el que puedan incluirse casuísticas concretas. Se remarca la idea de que todos los espacios deben considerarse parte del aprendizaje y que el diálogo es la mejor herramienta para diseñar un centro educativo.

La guía propone, entre otros temas, una reflexión sobre dónde se puede aplicar una mirada más abierta durante el proceso de diseño o transformación de un espacio educativo.

Es el caso del aula, los vestíbulos o el ágora, que se exponen a continuación:

Aula 

Tradicionalmente considerada como un espacio pivotal, el enfoque actual de trasladar el aprendizaje a todo el centro propone la flexibilización de estos espacios mediante, por ejemplo, de la modularidad para configurarla según las necesidades educativas. 

Para realmente adaptar su uso con eficiencia, la guía plantea una serie de preguntas: ¿queremos el modelo tradicional de aula-grupo o que cada una tenga un uso diferente y que sean los alumnos los que se muevan? ¿La separación entre el aula y los espacios de relación será abierta o cerrada, transparente u opaca?

“Seguramente es un espacio genera un mayor sentimiento de pertenencia, pero los espacios de transición como los pasillos también pueden diseñarse para que sean lugares de reunión, aprendizaje o descanso”, apunta Genís.

Vestíbulo

Es el espacio de bienvenida que recibe a los usuarios cuando entran en el edificio. Esta característica debe ser considerada como un valor añadido. Además, su ubicación intermedia le permite ejercer otras funciones como, por ejemplo, la de minimizar el impacto climático entre el exterior y el interior del centro.

Es la primera toma de contacto con el centro y debe plantearse como un espacio amable, accesible y visualmente comprensible. “Desde la arquitectura, se están diseñando espacios y materialidades muy interesantes que fomentan la relación entre espacios o una conexión exterior-interior menos encorsetada", afirma Genís.

Ágora 

Puede plantearse como un espacio de grandes dimensiones o la suma de diferentes espacios más pequeños distribuidos de manera dispersa por todo el centro. 

Dadas sus características polifuncionales y su centralidad, puede complementarse con otras actividades que ocurren en otros espacios. Si se decide que sea un único espacio, arquitectos y docentes deberán evaluar su proporción tridimensional. A partir de aquí, deben considerar, por ejemplo, si puede disponer o no de una doble altura.

La innovación en los centros educativos

Genís afirma que la escuela pública catalana se encuentra en un momento interesante de investigación y transformación. “Muchos centros están proyectando nuevas miradas y existe un debate pedagógico e interés por involucrar el espacio en estas transformaciones, hecho que es especialmente necesario en secundaria si nos referimos al confort”, explica.

Recientemente, la arquitectura se está mostrando receptiva a plasmar estas transformaciones que nacen desde la pedagogía y que no están exentas de complejidad, insiste la arquitecta. 

Apunta que los motores de cambio son, a menudo, las familias, equipos directivos o profesionales docentes. Estos colectivos, tras dedicar años a transformar sus escuelas desde el prisma pedagógico, buscan en los despachos de arquitectura a los socios que les permitan ejecutar esta transformación en sus espacios.

Arquitectura en las aulas

Una iniciativa impulsada desde el COAC es Arquitectura en las aulas, que acerca la disciplina a los centros educativos. Una oportunidad, según Mariona Genís, para que los estudiantes conozcan una disciplina que define como “transversal” y que genera “aprendizajes significativos”, ya que como sociedad experimentamos la (buena y mala) arquitectura 24 horas al día.

“Todos habitamos en una casa, hemos vivido transformaciones urbanas en nuestro entorno urbano de las que debemos tener una opinión como ciudadanos/as”, razona.

La arquitecta cita algunos ejemplos de cómo se produce esta aproximación a la arquitectura: “Hemos recorrido patios en sillas de ruedas para comprobar su accesibilidad real, replanteado la disposición de un aula con pequeñas maquetas o dioramas o, relacionado con la salud, medido la concentración de CO₂ para comprobar la calidad del aire”, enumera.

Así, aprenden la importancia de la correcta orientación de sus viviendas y de las soluciones de confort que pueden aplicar si éstas no son las más favorables. Destaca la capacidad que tiene la arquitectura para motivar este aprendizaje por parte del alumnado, del que destaca el entusiasmo y el grado de compromiso con el que ejecuta las actividades propuestas.

Desde su estudio Genís Planelles, especializados en transformar esta tipología edificatoria, intentan involucrar a todos los usuarios de un centro educativo para hacerlos más partícipes. 

Explica que recientemente terminaron de restaurar la fachada del Instituto Verdaguer en Barcelona y que ésta cuenta con unos esgrafiados de valor histórico, técnica que enseñaron a los estudiantes. O el Escape Room virtual que organizaron en el mismo centro durante la pandemia para que buscaran elementos históricos del edificio que los propios alumnos desconocían.

Como hace 100 años, arquitectura y pedagogía vuelven a entablar un diálogo en beneficio de todas las personas usuarias.

Lucía Burbano
Redacción Escola Sert

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