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Niños, casa y confinamiento. Aprendizajes

UNIDOS CONTRA EL CORONAVIRUS

En un estudio de investigación que leí hace un tiempo sobre arquitectura y pedagogía, se consultaba a los niños cuál era su lugar preferido de la escuela. Una de las respuestas que salía habitualmente era “la maestra”.

(Foto: Pixabay). 

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Esta respuesta explica que la escuela no es tan solo un edificio, que no hablamos únicamente de arquitectura, sino más bien de un lugar que incorpora múltiples capas de complejidad: una comunidad, una temporalidad y mucha diversidad de espacios. Donde, por descontado, las personas: la maestra, las compañeras, los amigos y los lazos que se establecen son fundamentales. Esta es, seguramente, y en este caso, la diferencia entre espacio y lugar.

Entonces se hace difícil pensar que nuestra casa, que además, no es solo la nuestra —son muchas casas y todas diferentes— pueda/vaya a convertirse en espacio escolar. Precisamente no ir al colegio rompe muchos equilibrios frágiles. Ir no implica solo aprender, implica encontrarse en un ambiente que acoje, escucha y da oportunidades a todos los niños, sea cual sea el contexto de su casa. 

Nena patinant a casa

Nuestra casa se ha convertido en espacio de juegos y escolar como consecuencia del confinamiento. (Unsplash).

Por todo esto, se hace difícil pensar que las experiencias de aprendizaje que viven los niños en la escuela se puedan reproducir en casa, como si el espacio donde vivimos pueda ser un "mini-colegio", una maqueta simplificada de la realidad. 

Además, ir a la escuela implica un hecho dinámico: vamos. Cruzamos caminos, calles y paisajes hasta que llegamos. El centro educativo nos ofrece una transición entre el espacio exterior y el interior que tiene muchos matices: permite moverse en todas las escalas, experimentar y jugar con elementos naturales como la arena o la tierra y disfrutar del juego al aire libre.

Nens jugant durant el confinament per coronavirus

La arquitectura de casa nos permite crear espacios adecuados para el estudio. (Mariona Genís).

Ir a la escuela no implica solo aprender, implica encontrarse en un ambiente que acoge, escucha y da oportunidades a todos los niños

La situación de confinamiento, en cambio, nos limita el espacio y también este hecho dinámico. Han desaparecido los matices, los contactos, el aire libre y la diversidad de escalas. No podemos escoger entre fuera o dentro. Estamos dentro y tenemos un espacio limitado de movimiento con pocas o nulas transiciones. 

A pesar de que la casa no puede convertirse en escuela y el espacio confinado no es el espacio ideal para los niños, la curiosidad y las ganas de aprender —y de jugar, que es una maravillosa manera de aprende— se mantienen. Y entonces es cuando la arquitectura de casa puede convertirse en una oportunidad.

Nen jugant

La educación también puede realizarse a través de actividades lúdicas durante el confinamiento. (Unsplash).

De hecho, y a nivel histórico (principios del siglo XX), algunos tipos de vivienda, como el de la casa-jardín, se convirtieron en un modelo a seguir para diseñar edificios educativos. La escala doméstica, adaptada a la de los niños, y la posibilidad de trabajar en ambientes reducidos y acogedores encajaba con algunos planteamientos pedagógicos, que habían transformado la educación en aquel momento. Es un ejemplo la Casa dei Bambini, fundada el 1907 en San Lorenzo, Roma por Maria Montessori.

La analogía histórica no nos sirve en la situación de confinamiento, porque nos falta el contexto, la comunidad y la libertad de movimientos que eran tanto o más importantes que la arquitectura en aquel momento.  

Nen jugant

Si tienes poco espacio en casa, puedes reconvertir lugares para varios uso. También te ayudará a sobrellevar el confinamiento. (Pixabay).

Este escrito no busca ofrecer certezas sino abrir debates y compartir saberes desde diferentes lugares.

¿Dónde se encuentra la oportunidad que nos ofrece la arquitectura en casa?

Antes de dar ninguna respuesta, hay que poner en contexto también este escrito, hecho en una situación excepcional y que no busca ofrecer certezas sino abrir debates y compartir saberes desde diferentes lugares.

Una primera oportunidad está relacionada con el hecho de tener que compatibilizar múltiples usos en el espacio, ahora que lo tenemos limitado cuantitativamente. Esta multiplicidad nos lleva a montar y desmontar, espacios de juego, de experimentación, de lectura, de movimiento, de arte, etc., cada día.

El proceso de instalación tiene diferentes momentos: la investigación del mejor lugar, la construcción del espacio, la actividad o la acción, el desmontaje. Todos ellos permiten tomar conciencia de las características que tiene nuestra casa.

Cuando buscamos el lugar, nos podemos preguntar, por ejemplo:

  • ¿Dónde hay la mejor luz para leer?
  • ¿Dónde nos sentiremos más cómodos y tranquilas?
nen pintant

Dibujar y pintar son dos actividades excelentes para los niños durante estos días de quedarse en casa. (Mariona Genís).

La magia de montar y desmontar cada día estas atmósferas o ambientes, recae precisamente en su carácter efímero

Después se pueden transformar estas condiciones para construir un nuevo ambiente o atmósfera, poniendo, por ejemplo, una caja con libros, cuentos y algunas almohadas o cubrir la mesa con una sábana convirtiéndola en una “caseta” dentro de la casa.

En estos procesos de investigación y transformación de los espacios,  pueden entrar en juego todas las actividades: podemos buscar espacios con potencial dinámico, como el pasillo —un espacio que no acostumbra a estar entre los preferidos de la casa— o descubrir en los umbrales, como las ventanas o los balcones, la oportunidad de hacer pequeños laboratorios de naturaleza, plantando entonces o jugando con tierra.

La magia de montar y desmontar cada día estas atmósferas o ambientes, recae precisamente en su carácter efímero, en la posibilidad de mejorarlos y adaptarlos a nuevas ideas y a nuevos juegos a medida que pasen los días.

niña con manzana

También es un buen momento para que los niños aprendan cosas nuevas en el marco del hogar. (Unsplash). 

Hay una segunda oportunidad de aprender de la arquitectura de la casa. Es la que nos ayuda a entender mejor el espacio a través del cuerpo y a percibir el mundo desde diferentes escalas y sentidos.

La primera percepción es la de las medidas.  En nuestro contexto, el de la Europa mediterránea, las medidas se toman con el sistema métrico y los estándares del espacio a menudo no están pensados para la escala de los niños (ni la de la gente mayor, ni la de la diversidad, etc.),  porque responden a medidas estandarizadas. Estos días en casa, son una oportunidad para encontrar una relación más próxima con las dimensiones del espacio que nos rodea. Se puede hacer una cartografía de nuestra casa haciendo que los niños la midan con su cuerpo.

Podemos empezar por saber cuánto medimos y cuánto miden nuestras manos y nuestros pasos, puesto que se convertirán en nuestras herramientas de medida. A partir de ahí, podemos ir dibujando la cartografía de casa.

  • ¿Cuántos pasos necesito para dibujar todo el pasillo?
  • ¿Y cuántos necesita mi hermana?
Jugant amb lego

Las medidas de nuestra casa pueden ayudar a crear actividades que entretengan a los más pequeños. (Unsplash).

Pero la medida de mi casa no es la única manera de definirla. Se encuentra en un lugar, en una latitud y en un contexto y estos parámetros también se pueden cartografiar.

  • ¿Cuándo da el sol?
  • ¿Por qué ventana?
  • ¿Cómo está orientada?

Para hacerlo, se puede ir dibujando la sombra que hace la ventana a medida que pasan las horas, y percibir de este modo, como pasa el tiempo en el espacio.

Esta dinámica prospectiva del espacio a través del cuerpo se puede ampliar en la escala de la ciudad: podemos observar qué posición tiene nuestra casa en el barrio, en la calle.

  • ¿A qué distancia está el balcón o la ventana de mis vecinos?
  • ¿Puedo hablar desde mi balcón o desde mi ventana?
A casa pel confinament

Redescubrir espacios para disfrutarlos en familia, el confinamiento también puede ser una oportunidad. (Pexels).

A nivel de percepción, la sonoridad de la casa también es un elemento muy interesante, no solo para ver como suena el suelo si pico fuerte, sino porque nos puede ayudar a entender su dimensión con la voz, jugando, por ejemplo a escucharnos desde diferentes lugares. Y, ¿por qué no? Imaginar que nos comunicamos con las amigas que no podemos ver estos días, evocando los Cuentos por teléfono de Gianni Rodari.

Estas son algunas de las oportunidades para vivir, entender y aprender de la arquitectura de nuestras casas estos días, y ampliar de alguna manera estos límites tan rígidos que nos rodean. Podemos encontrar otros muchos recursos en las redes y también podemos inventar muchos más. El COAC, desde Arquiescola, hará un llamamiento, en breve, para generarlo.

Y cuando todo esto acabe, seguro que habremos aprendido: de la arquitectura, de los niños y de la situación. Y como siempre, lo querremos compartir. En la escuela, las profesoras y la comunidad educativa serán las primeras en querer escuchar, acoger y recibir todo el que ha pasado. Por eso quiero acabar este escrito con un mensaje de agradecimiento a este colectivo, que, en un momento en el que todo ha cambiado por los niños, continúa trabajando como siempre, para animarlos.

 

#joemquedoacasa

 

Mariona Genís. 
Madre de Joan (11 años) y Pau (6 años),
Doctora en Arquitecta por la UPC
Socia de Arquitectura Genís Planelles
Miembro de GREDITS. Bau, UVIC y de GILDA

Día 17 de confinamiento para las personas adultas
Día 18 de confinamiento para los niños

 

Lecturas recomendadas

Webs/Repositorios de Material

Este post es un artículo que también podrás leer junto a otros más en el libro Arquitectura desde casa: crónicas del confinamiento. Puedes descargarlo en el siguiente enlace.

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