La neuroarquitectura es arquitectura conectada con el ser humano
El curso online de la Escola Sert sobre Neuroarquitectura explica cómo y por qué hay que volver a los orígenes humanistas de la profesión.
¿Qué es la Neuroarquitectura?
“La Neuroarquitectura es la primera área de conocimiento centrada en el estudio de las reacciones neurofisiológicas a los estímulos sensoriales producidos por el entorno natural y artificial. Es la primera disciplina que nos proporciona resultados objetivos aspirando a determinar qué procesos neuronales producen nuestras reacciones conscientes e inconscientes al interactuar con el entorno”.
Así presenta la Escola Sert su nueva formación online, Introducción a la Neuroarquitectura aplicada al proyecto arquitectónico.
Sin embargo, lo que describe este párrafo introductorio no siempre fue así:
“A raíz de la pandemia, la gente se ha dado cuenta que habita su hogar con su cuerpo y que existen fricciones con el espacio. Paulatinamente, desde la Revolución Industrial, la arquitectura se ha ido uniendo a la técnica, a la tecnología y a la innovación. Así se ha podido despegar de la esencia biológica de habitar el espacio”, explica Ana Mombiedro Lozano. Esta arquitecta también es docente y divulgadora especialista en neurociencias, y codirectora del mencionado curso junto con Alba Méndez García.
La Neuroarquitectura quiere determinar qué procesos neuronales producen nuestras reacciones conscientes e inconscientes al interactuar con el entorno. (Imagen generada por IA Midjourney)
"La Neuroarquitectura estudia el proyecto de arquitectura como una unidad multisensorial"
La relación entre el cuerpo humano y la arquitectura
Los espacios crean y provocan una serie de estímulos. Estos inputs se comunican con nuestro cuerpo, que los transforma en información sensorial y en percepciones subjetivas que generan una reacción.
“La Neuroarquitectura estudia el proyecto de arquitectura como una unidad multisensorial, una polifonía que es indivisible. Es como componer una ópera. Primero debes conocer el funcionamiento de todos los instrumentos, conocer el lenguaje musical en el que estos instrumentos se expresan y tener una partitura que permita plasmarlo”, compara la arquitecta.
Mombiedro no esconde que meterse en la piel del usuario es un desafío, pero uno fascinante. Comprender, por ejemplo, cómo reaccionamos al visualizar materiales compuestos por texturas diferentes genera una serie de información.
“La visión envía señales a nuestro sistema nervioso para comunicarle, sin que intervenga el tacto, lo que está viendo y qué textura tiene”, señala. Es la réplica del sistema límbico, en diálogo constante con el córtex y con nuestro cuerpo, encargado de regular nuestras respuestas fisiológicas y emocionales.
Una cuestión es la reacción instantánea, y otra, cómo la racionalizamos y procesamos. Mombiedro cita la arquitectura de Daniel Libeskind para diferenciar entre ambas. La primera, apoyada en los materiales y texturas, genera una reacción. La segunda, basada en el uso que el arquitecto hace de la luz y del sonido, provoca otra bien distinta.
La reacción instantánea ante una edificación viene dada por los materiales y la textura, mientras que la reacción más racionalizada está determinada por el uso de la luz y el sonido. (Imagen generada por IA Midjourney)
¿Por qué los arquitectos deben conocer la Neuroarquitectura?
La arquitecta lo resume así: “La experiencia de la arquitectura tiene que ver más con la interacción de los sentidos que con nuestra relación geométrica. Los arquitectos estamos condenados por Euclides. Somos prisioneros de la geometría cuando se trata de una disciplina que está más cerca de la medicina”, opina.
Adentrarse en la Neuroarquitectura permite que el arquitecto transmita a su cliente que la arquitectura nos cuida. No consiste en justificar decisiones arbitrarias, sino en comunicarle al cliente el valor humano de la obra. “Se trata de preguntarle al cliente cómo quiere vivir su vida, no donde quiere que le coloque la lavadora”, resume Mombiedro.
Poner en práctica esta metodología que une Arquitectura y Neurociencia requiere de una formación constante y de agilidad en el uso de una serie de herramientas.
“Al principio necesitas poner mucha atención a, por ejemplo, hacer un mapeo de olores, otro de sonidos, o de conexiones visuales. Cuánto más lo trabajas y lo interiorizas, más se incorpora en los proyectos arquitectónicos”, señala.
La experiencia de la arquitectura tiene que ver más con la interacción de los sentidos que con nuestra relación geométrica. (Imagen generada por IA Midjourney)
La metodología que une ciencia y arquitectura
En el curso que empieza en noviembre se explicarán las herramientas que se emplean en la actualidad y, quizás aún más relevante, qué tipos de estudios avalan estas herramientas.
“Se utilizan dispositivos que se emplean en la Neurociencia para medir biomarcadores como el ritmo cardíaco, la respuesta galvánica de la piel, el encefalograma o la expresión facial y que estamos intentando trasladar a la arquitectura. En el curso descubriremos su potencial”, avanza.
Además de recopilar datos, estos deben introducirse en un marco que proporcione conclusiones útiles. Por eso consiste en un proceso que continúa investigándose a base de ensayo y error.
“En Qualia Estudio, que dirigimos Alba y yo, usamos esta tecnología que contrastamos con entrevistas a los usuarios. Hay que utilizar metodologías de análisis interpretativo en las que les pedimos que redacten su experiencia, grabamos las entrevistas y buscamos nexos comunes entre estas personas que indiquen cuál ha sido su relación con el entorno”, profundiza.
Podemos encontrar ejemplos de proyectos de Neuroarquitectura muy cerca de nosotros. (Imagen generada por IA Midjourney)
Ejemplos de Neuroarquitectura
La arquitecta e investigadora en Neuroarquitectura explica que su aplicación es especialmente relevante en la distribución de espacios y en el contacto entre el interior y el exterior, como por ejemplo, la compresión y descompresión física de un espacio. Pone como ejemplo la arquitectura hospitalaria.
“El interior de un hospital suele ser un volumen enorme que se comprime al entrar en la consulta médica. Esto va a repercutir en nuestra sensación corporal y generar sensación de agobio, ya que nos mimetizamos con el espacio”, ejemplifica.
"Gaudí fue un pionero en la aplicación de estas técnicas". (Imagen generada por IA Midjourney)
Gaudí, el primer neuroarquitecto
En el curso que coimpartirán en la Escola Sert, las directoras proponen estudiar la arquitectura de Antoni Gaudí, alguien que, según explica, entendió perfectamente que la naturaleza es la primera ‘neuroarquitecta’, ya que tiene la capacidad de proporcionar paz y confort.
“Vamos a materializar el valor intangible de la arquitectura de Gaudí con acuarelas, dibujos a lápiz y un análisis del valor sensorial de su arquitectura. Su trabajo se ha analizado desde muchos puntos de vista pero no desde este, y creemos que es aquí donde radica su valor”, comparte.
Humanización de los paritorios
Mombiedro cita también como ejemplo de Neuroarquitectura el trabajo de Marta Parra y Ángela Müller sobre la humanización de los paritorios, y el de María Auxiliadora Gálvez y su investigación sobre la somática. Esta última disciplina explora, desde la filosofía y desde metodologías prácticas, el despliegue de construcciones materiales y/o imaginarias que configuran nuestros mundos políticos, sociales o ecológicos.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
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