MUHBA Fabra i Coats, elogio del material y de la memoria
Dejar que los materiales sean el hilo conductor que une su pasado fabril con un presente que homenajea la memoria del trabajo. Así han abordado los arquitectos Patricia Tamayo, Ramón Valls y MATTERS arquitectes la rehabilitación de la Nave F del MUHBA Fabra i Coats, la última del recinto que quedaba por abrir al público y que lo hace recuperando todo su esplendor.
Un poco de historia
Desde su fundación en 1837, a cargo de Ferran Puig i Gilbert, hasta su cierre en 2006, el conjunto fabril de Fabra i Coats (originariamente denominado Vapor de Fil), en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, dedicó su actividad a la fabricación de hilados y torcidos de lino.
En 1903 los sucesores de los directivos de la fábrica firmaron un acuerdo de fusión con James Clark y la familia Coats, que dominaban el 80% de la producción de hilo para coser en Gran Bretaña y se pasó a denominar "Compañía Anónima Hilaturas de Fabra y Coats". Fue líder mundial en la producción de hilaturas y tejidos más importantes, atendiendo encargos para todo el mundo. Si hablamos de arquitectura, se trata de un complejo de un valor patrimonial excepcional de la historia industrial de Barcelona.
En 2005, el Ayuntamiento de Barcelona adquiere el recinto y en 2008 aprueba nuevos usos para las naves industriales que forman Fabra i Coats.
Espacio interior de la Nave F. (Aleix Bagué)
La Nave F albergará el futuro MUHBA Fabra i Coats: Barcelona, ciutat de treball
Entre ellas, se rehabilita la Nave Central (rebautizada Nave L), donde se establecera la futura se de l'Escola Municipal de Música de Sant Andreu, la Fàbrica de Creació y el Centre d'Art Contemporani. Otro ejemplo es la Nave G, que se ha destinado a 46 viviendas de protección oficial.
Cada una de las naves se dedicaba a un proceso específico. En el caso de la Nave F, y la que nos ocupa, su función era teñir los hilos de color negro. Ha sido la última en rehabilitarse, tras experimentar distintos cambios de uso: inicialmente iba a destinarse a albergar un equipamiento sanitario y finalmente será el futur MUHBA Fabra i Coats: Barcelona, ciutat de treball, que pertenece al Museu d’Història de Barcelona (MUHBA).
Nadie mejor para liderar la rehabilitación de la nave que la arquitecta Patricia Tamayo, gran conocedora del recinto. Le dedicó su tesis doctoral, junto con otros seis casos de estudio locales, en la que plantea cómo los espacios industriales, una vez pierden su función original, pueden convertirse en equipamientos integrados en el tejido urbano y abrirse al conjunto de la ciudadanía.
“La particularidad de esta nave es que es de una sola planta y delimita con la calle Parellada, así que forma parte del recinto de cierre de la fábrica e incluye un muro de piedra. Otro elemento distintivo respecto al resto de los edificios es su estructura de cerchas de madera,” explica.
La arquitecta añade que la urbanización del recinto Fabra i Coats será la intervención final que rematará el conjunto. En el caso de Nave F, el equipo de arquitectos ha querido destacar su vinculación histórica con la adyacente sala de calderas. “Se decidió que el acceso al museo coincidiera con la entrada original de la nave, lo que refuerza el vínculo con la mencionada sala, aunque sea desde el exterior”, detalla.
Honrar la memoria con un viaje en el tiempo
Para presentarse al concurso convocado en 2018, Tamayo decidió formar equipo con otros arquitectos, Ramón Valls y Gemma Serch de MATTERS, para aunar esfuerzos en la rehabilitación de fábricas y patrimonio En su proyecto expusieron tres ejes de su intervención: patrimonial, programática y a nivel de sostenibilidad.
Sección constructiva del proyecto. (MATTERS)
Estas actuaciones se manifiestan con una estrategia muy clara: recuperar el estado original en el que se encontraba la fábrica en el momento de su cierre, en 2006.
Aproximadamente diez años después del cese de su actividad, esta nave fue escenario de distintas propuestas. Una de ellas fue Casa Decor, una plataforma de interiorismo que, para exponer sus productos, compartimentó los espacios, modificó el suelo y agregó elementos como pladur y pintura.
Una vez identificaron las paredes de carga originales, el espacio se quedó en su esqueleto. Una gran ayuda, recuerda Tamayo, fue contar con la colaboración de los ‘Amics i amigues de la Fabra i Puig’, formado por ex trabajadores que compartieron con los arquitectos su testimonio sobre cómo era el espacio donde habían trabajado. “Lo que nos interesaba era reflejar la lógica evolutiva que la fábrica hubiera experimentado en el transcurso del tiempo”, señala.
Las intervenciones han querido honrar la historia de la estructura
Este viaje en el tiempo ha supuesto un proceso de completa restitución y un arduo trabajo de rehabilitación; recuperar la paleta de colores, elementos y estructuras, mantener tapiadas las ventanas que encontraron así, abrir el espacio, y recordar las marcas del tintado negro, presente de forma sutil en algunos ladrillos de las paredes.
En todo el interior abundan este tipo de intervenciones, discretas, honestas y que viajan atrás en el tiempo para honrar la memoria. Otras, atestiguan de manera más directa el legado del edificio, como las aperturas acristaladas en el pavimento que enmarcan el diferente nivel de la columna de fosa o algunos depósitos. Elementos ubicados en el subsuelo que el visitante descubre como si de elementos arqueológicos se tratara. O los platos de ducha ubicados en la puerta de salida de la fábrica que utilizaban los trabajadores al concluir su jornada laboral.
Que hablen los materiales
Otra característica del proyecto está relacionada con la circularidad de los materiales, que extrajeron, limpiaron y reutilizaron en prácticamente su totalidad bajo la premisa de que, además, se trataba de materiales de calidad.
“Las cerchas son madera de melis, que es de gran calidad y muy resistente. No tenía sentido sustituirlas por otras nuevas, aunque sí tuvimos que intervenir. Por ejemplo, para generar mayor estabilidad, tuvimos que empalmar nuevas piezas en el cabezal de las vigas en contacto con la fachada utilizando la tradicional técnica del Rayo de Júpiter, un sistema para unir madera. Es como si ambos materiales colaboran de manera coherente”, incide la arquitecta.
Se hicieron un par de excepciones, ambas relacionadas con la cubierta, que Tamayo describe como “la quinta fachada” y la estrategia climática pasiva que implementaron en la nave.
Axonometría de la propuesta de la Nau F de Fabra i Coats.
La primera fueron las placas fotovoltaicas, visibles no solo desde el resto de edificios del conjunto sino también por los vecinos. El deseo de los arquitectos era que se integraran al máximo con el espacio y el lugar, como ya hicieron con la cubierta, de teja recuperada, para ensalzar la uniformidad y armonía. En este caso, el color del acabado de las placas fotovoltaicas también contribuye a esta homogeneización.
La ventilación del edificio se realizaba mediante exutorios y claraboyas y abriendo unas pequeñas ventanas ubicadas en la cubierta. La rehabilitación recupera el concepto de ventilación pasiva pero de manera más eficiente, agregando motores a las ventanas, que también cuentan con detectores de CO2. La nave solo utiliza aire acondicionado en tres espacios: el archivo, la sala de exposiciones temporales y la sala de entidades.
Otro material introducido en el proyecto fue el corcho, tal y como explica Patricia Tamayo:
El proyecto de reforma ha recurrido a materiales como el corcho
Un museo dedicado al trabajo
El espacio ya está listo para albergar elementos, artefactos y otros elementos expositivos del futuro MUHBA Fabra i Coats: Barcelona, ciutat de treball, que formará parte del triángulo patrimonial barcelonés del eje del MUHBA, junto con las Casas Baratas de Bon Pastor y la Casa de l'Aigua en Trinitat Vella i Nova. Su apertura está prevista para finales de este año.
“El punto de partida fue que cada espacio necesitaba condiciones climáticas distintas y que todo el edificio debía ser visitable en su totalidad. Otro requisito importante es que los espacios dedicados a las exposiciones permanentes fueran polivalentes y flexibles, que se pudieran adaptar a circunstancias cambiantes”, apunta. Los arquitectos han realizado además unas aperturas para generar un recorrido lateral y potenciar esta flexibilidad.
El espacio ya está listo para albergar elementos, artefactos y otros elementos expositivos del futuro MUHBA Fabra i Coats: Barcelona, ciutat de treball. (Aleix Bagué)
El conjunto de intervenciones y la futura museística son una invitación a realizar un doble recorrido visual; el de la historia del trabajo en Barcelona y un homenaje a la memoria del barrio de Sant Andreu y a la historia fabril de la ciudad gracias a la arquitectura.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert