Arquitectura y metacognición
La neurocientífica Koncha Pinós nos cuenta, en base a su experiencia personal y a sus investigaciones, cómo la arquitectura modula nuestro cerebro.
1. La Arquitectura como huella indeleble en mi vida: ciudades, arte y neuroplasticidad
Mi fascinación por la arquitectura tiene sus raíces en mi infancia y juventud, años que transcurrieron en su mayoría en dos ciudades extraordinariamente hermosas: Granada y Barcelona.
Estas ciudades no solo eran entornos externos de gran plasticidad arquitectónica, sino que se convirtieron en el telón de fondo de experiencias que marcaron profundamente mi conexión con el arte y la forma en que experimentaba el mundo a mi alrededor.
La Alhambra de Granada, con sus intrincados detalles y majestuosos jardines, fue mi patio de recreo durante la infancia. Correr por esos espacios cargados de historia despertaba en mí una conexión única con la arquitectura, una que iba más allá de la apreciación estética. Cada rincón de aquel monumento se convertía en una parte de mi historia personal, influenciando de manera imperceptible mis preferencias y elecciones futuras.
La arquitectura debe de dejar de ser un mero marco estético y pasar a ser un marco emocional. (FP)
"Vivir en una casa donde la arquitectura resonara con mi espacio interior se convirtió en una prioridad"
Sin embargo, fue en Barcelona, durante mi juventud, donde la arquitectura adquirió una nueva dimensión en mi vida. La primera vez que contemplé las obras maestras de Antoni Gaudí, como la Sagrada Familia o el Parc Güell, experimenté una revelación artística que trascendía lo visual. La arquitectura de Gaudí era una sinfonía de formas orgánicas y colores vibrantes, una expresión de creatividad que dejó una impresión imborrable en mi ser.
Estas experiencias no solo me llevaron a apreciar la arquitectura como un elemento externo, sino que también influyeron en cómo configuraría mi propio espacio vital. La elección de dónde vivir, la vista desde mis ventanas y la relación con las ciudades se volvieron decisiones cargadas de significado arquitectónico. La arquitectura dejó de ser simplemente un marco estético; se convirtió en el lenguaje con el que construía mi entorno, mi hogar emocional.
Vivir en una casa donde la arquitectura resonara con mi espacio interior se convirtió en una prioridad. La alineación entre la estructura externa y mi experiencia interna se volvió esencial para mi bienestar y satisfacción. Sin poder articular completamente este sentir intuitivo durante mi infancia, encontré una explicación años después en el fascinante campo de la neuroplasticidad.
La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a nuevas experiencias arrojó luz sobre la conexión entre mi entorno arquitectónico y mi bienestar emocional. Comprendí que mis elecciones intuitivas estaban intrínsecamente vinculadas a cómo la arquitectura influencia nuestra percepción y experiencia del mundo. El contexto arquitectónico no solo era un marco visual, sino un modulador invisible de mi estado de ánimo y mi percepción del entorno.
La influencia de la arquitectura en la neuroplasticidad se extiende más allá de lo estético. (FP)
La influencia de la arquitectura en la neuroplasticidad se extiende más allá de lo estético. Cada espacio, cada diseño, activa patrones cerebrales únicos que afectan nuestro bienestar emocional. El impacto de la arquitectura en los genes, una vez un misterio para mi yo infantil, ahora se revelaba como un componente esencial de esa conexión visceral con los espacios que habitamos.
Así, mi historia de vida se tejió con los hilos de la arquitectura. Desde los juegos en la Alhambra hasta la contemplación de las creaciones de Gaudí, la arquitectura se convirtió en una guía silenciosa que influyó en mis elecciones, mi bienestar y mi forma de interactuar con el mundo. Cada ciudad que habitaba se transformaba en un lienzo arquitectónico que moldeaba mi experiencia, activando procesos neuroplásticos que dejaban huellas duraderas en mi ser.
2. Explorando el vínculo entre la arquitectura y el desarrollo temprano del cerebro, Harvard.
Mi ingreso a Harvard para estudiar el desarrollo temprano del cerebro fue un encuentro revelador, donde la sorpresa se materializó en la forma en que las aulas se movían y los espacios se creaban con un propósito específico. Esta concepción del entorno educativo era totalmente desconocida para mí, y se convirtió en la entrada a una comprensión más profunda de cómo la arquitectura y el espacio externo pueden influir en la enseñanza y, más fundamentalmente, en el desarrollo de los niños.
Lo que me impactó de manera significativa en este entorno académico fue la capacidad de las aulas para transformarse, adaptarse y crear espacios externos de acuerdo con la visión del docente. Este concepto iba más allá de la disposición tradicional de escritorios y sillas; era una declaración tangible de cómo el entorno físico puede ser moldeado para potenciar la experiencia de aprendizaje. La relación entre la materia a enseñar y el espacio donde se imparte la enseñanza fue una revelación que resonó profundamente.
La importancia de esta integración entre la materia y el espacio adquiere una relevancia excepcional, especialmente en la etapa temprana del desarrollo. La arquitectura que rodea a un niño ya sea en su hogar, la escuela o la ciudad, se convierte en el tejido conectivo que influye en la creación de sinapsis y arquitectura interna en el cerebro en desarrollo. Estos cimientos cerebrales, establecidos a través de la interacción con el entorno, abren las puertas para desarrollar potencialidades increíbles.
La arquitectura de los espacios educativos y de vida de los niños no es simplemente una envoltura física; es una fuerza activa que esculpe los cimientos de sus experiencias y aprendizajes. En la etapa temprana, cuando el cerebro es más maleable y receptivo, la influencia del entorno arquitectónico es aún más pronunciada. Cada rincón de su hogar, cada aula escolar, se convierte en un agente modelador de sus conexiones neuronales, afectando no solo cómo perciben el mundo, sino también cómo desarrollan habilidades cognitivas y emocionales.
La arquitectura de los espacios educativos y de vida de los niños no es simplemente una envoltura física; es una fuerza activa que esculpe los cimientos de sus experiencias y aprendizajes. (FP)
"Los espacios bien diseñados no solo facilitan la transmisión de conocimientos, sino que también fomentan la exploración, la creatividad y el desarrollo de habilidades sociales."
Los espacios bien diseñados no solo facilitan la transmisión de conocimientos, sino que también fomentan la exploración, la creatividad y el desarrollo de habilidades sociales. La disposición de un aula, la elección de colores y la integración de elementos visuales pueden influir en el estado de ánimo y la receptividad de los niños hacia el aprendizaje. La arquitectura se convierte así en una herramienta pedagógica poderosa, moldeando no solo el entorno físico, sino también el escenario cognitivo y emocional en el que los niños se sumergen.
Esta comprensión, adquirida a través de mi experiencia en Harvard, ha transformado mi perspectiva sobre la educación y el desarrollo infantil. Ahora veo la importancia de considerar la arquitectura y el diseño de espacios como elementos fundamentales en la planificación educativa. La creación consciente de entornos que inspiren, motiven y nutran el desarrollo integral de los niños se vuelve crucial.
Como educadores y planificadores urbanos, debemos reconocer la responsabilidad que tenemos en la formación de la arquitectura que rodea a los niños. Desde la disposición de aulas hasta el diseño de parques y áreas de juego, cada decisión de diseño contribuye a la construcción de un entorno que impacta directamente en el desarrollo de mentes jóvenes.
La relación simbiótica entre la arquitectura y el desarrollo temprano del cerebro no solo redefine la forma en que concebimos los espacios educativos, sino que también destaca el papel crucial que desempeñan en el moldeo de generaciones futuras. Cada diseño consciente, cada espacio bien concebido, se convierte en una inversión en el potencial ilimitado de los niños y en la construcción de un futuro más equitativo, creativo y resiliente.
En retrospectiva, veo cómo mi intuición infantil hacia la arquitectura no era solo una apreciación estética, sino una respuesta profunda a la forma en que la arquitectura configura nuestro cerebro y, por ende, nuestra realidad. La arquitectura se convirtió en el puente entre el arte, las ciudades y mi propia neuroplasticidad, dejando una huella indeleble en mi viaje vital.
3. La arquitectura modela nuestro cerebro: la metacognición.
La integración de la enseñanza de arquitectura en el entorno educativo emerge como un enfoque innovador y transformador, ofreciendo beneficios sustanciales en el desarrollo de la metacognición en niños. Más allá de ser una disciplina que se centra en estructuras y diseño, la arquitectura proporciona un terreno fértil para cultivar la capacidad de los niños para reflexionar sobre su propio pensamiento, planificar estratégicamente y tomar decisiones informadas.
La arquitectura, como disciplina educativa, ha demostrado ser un vehículo potente para estimular el pensamiento crítico y la creatividad en los niños. Sin embargo, más allá de sus aspectos estéticos y técnicos, la arquitectura ofrece una rica oportunidad para el desarrollo de la metacognición.
La relación simbiótica entre la arquitectura y el desarrollo temprano del cerebro no solo redefine la forma en que concebimos los espacios educativos, sino que también destaca el papel crucial que desempeñan en el moldeo de generaciones futuras. (FP)
"La arquitectura, como disciplina educativa, ha demostrado ser un vehículo potente para estimular el pensamiento crítico y la creatividad en los niños."
La educación, más allá de impartir conocimientos, busca cultivar habilidades cognitivas y metacognitivas en los estudiantes. Un campo poco explorado pero de gran potencial en este sentido es la conexión entre la arquitectura y el desarrollo de la metacognición en los niños. Este artículo explora cómo la arquitectura, entendida no solo como una disciplina constructiva, sino como un vehículo de aprendizaje, puede ser un catalizador para el crecimiento metacognitivo en el ámbito educativo.
La arquitectura, al invitar a los niños a evaluar críticamente los diseños y decisiones tomadas durante el proceso creativo, se convierte en un estímulo para el pensamiento crítico. Este constante análisis no solo fomenta la capacidad de cuestionar y mejorar ideas, sino también la habilidad de reflexionar sobre el propio pensamiento, un elemento clave de la metacognición.
Los proyectos arquitectónicos, al demandar una planificación cuidadosa desde su concepción hasta su implementación, contribuyen al desarrollo de habilidades metacognitivas vinculadas a la planificación a largo plazo. Los niños aprenden a anticipar pasos, organizar recursos y crear marcos temporales, elementos esenciales en la planificación metacognitiva.
Enfrentarse a decisiones de diseño durante proyectos arquitectónicos no solo despierta la creatividad de los niños, sino que también los capacita para tomar decisiones informadas. La consideración de consecuencias, la evaluación de alternativas y la ponderación de opciones se convierten en destrezas fundamentales para la metacognición.
4. Explorando las 8 áreas de metacognición en el ámbito educativo
La arquitectura impulsa la metacognición en 8 áreas: planificación cuidadosa, seguimiento del progreso, evaluación constante, reflexión sobre el proceso, comprensión del espacio, percepción de obstáculos, celebración de logros y desarrollo de habilidades sociales, esculpiendo así mentes resilientes en el proceso creativo.
- Planificación: la cuidadosa planificación de proyectos arquitectónicos involucra la anticipación de pasos, la organización de recursos y la creación de marcos temporales, desarrollando así habilidades de planificación metacognitiva en los niños en el contexto educativo.
- Seguimiento: la capacidad de los niños para seguir el progreso de sus proyectos arquitectónicos estimula el seguimiento metacognitivo. Aprenden a evaluar su propio rendimiento, identificar desafíos y ajustar su enfoque según sea necesario, aspectos cruciales para la metacognición educativa.
- Evaluación: la evaluación constante de diseños y resultados arquitectónicos promueve la capacidad de evaluar críticamente el propio trabajo, nutriendo así la metacognición evaluativa en el ámbito educativo.
- Reflexión: la reflexión sobre el proceso creativo es una parte integral de la arquitectura. Los niños aprenden a reflexionar sobre sus decisiones, considerar alternativas y comprender cómo sus elecciones afectan el resultado final, cultivando así la reflexión metacognitiva en el entorno educativo.
- Comprensión del espacio: la arquitectura desarrolla la comprensión del espacio, la proporción y la relación entre objetos, habilidades que son esenciales para la metacognición en la educación, ya que los niños aprenden a visualizar sus pensamientos y planificaciones en un espacio tridimensional.
- Percepción de obstáculos: al enfrentarse a desafíos durante proyectos arquitectónicos, los niños en el ámbito educativo desarrollan la capacidad de identificar obstáculos y encontrar soluciones creativas, promoviendo así la metacognición relacionada con la identificación y superación de dificultades en el proceso educativo.
- Celebración de logros: la arquitectura proporciona oportunidades para que los niños celebren sus logros creativos, fomentando la metacognición positiva en el entorno educativo.
- Desarrollo de habilidades sociales: la creación colaborativa de proyectos arquitectónicos en el ámbito educativo fomenta el desarrollo de habilidades sociales, como la comunicación efectiva y la colaboración, habilidades metacognitivas esenciales para el éxito personal y académico.
La capacidad de los niños para seguir el progreso de sus proyectos arquitectónicos estimula el seguimiento metacognitivo. (FP)
Hoy resido en Dubái, una ciudad en constante transformación arquitectónica, donde celebro las obras maestras de arquitectos increíbles. Sin embargo, las dunas del desierto, auténticas piezas de arte en su impermanencia y equilibrio son las que más me cautivan. Una lección valiosa para los niños de hoy: aprender a desarrollar resiliencia en medio del cambio constante. Las dunas, esculpidas por el tiempo, ofrecen un recordatorio de cómo encontrar estabilidad en la impermanencia.
Una enseñanza esencial para forjar mentes resilientes en un mundo dinámico, exactamente igual que nuestro cerebro en completo proceso de transformación y creación.
Koncha Pinós
Neurocientífica
PARA SABER MÁS:
- Kindfulness (Entrevista 3Cat a Koncha Pinós)
- La belleza de ser buenos: neurociencia de la bondad para padres (Sinequanon), de Koncha Pinós
- www.thewellbeingplanet.org
- http://www.elgiro.org
Presentación de Arquitectura en las Aulas 2024: Arquitectura y Metacognición
El 7 de febrero a las 13 h la sede del COAC acoge la presentación de la próxima edición de Arquitectura en las Aulas, que tendrá lugar a lo largo del mes de mayo en el marco de la Semana de Arquitectura 2024.
En el evento participará Koncha Pinós, que impartirá el taller "Arquitectura y metacognición: los 8 beneficios de enseñar arquitectura a niños y jóvenes y cómo estos se vinculan con la neuropedagogía y el bienestar".