Instalaciones: ¿rehabilitar o sustituir?
Las instalaciones en un proyecto arquitectónico se trabajan a partir de varios escenarios: rehabilitación arquitectónica, obra nueva o cambio de uso de una edificación. ¿Cuándo hablamos de rehabilitación o de sustitución? La arquitecta Maria Lluïsa Sánchez nos da las claves.
La rehabilitación frente a la sustitución es una preocupación importante cuando se trata de las instalaciones de los edificios, especialmente debido a la complejidad de su integración en proyectos arquitectónicos que tienen necesidades específicas.
Maria Lluïsa Sánchez, socia administradora de la ingeniería JSS y directora del curso Rehabilitación de instalaciones de la Escola Sert (lo que equivale al Módulo 4 del Posgrado en Rehabilitación), explica las claves que deben tener en cuenta los expertos, que deben examinar los fallos típicos encontrados en las instalaciones primarias de los edificios y las normas para modificar las de las viviendas, a fin de adaptarlas a las exigencias actuales.
“A diferencia de un edificio, donde el concepto de rehabilitación tiene una serie de connotaciones como puede ser reparar una estructura, una instalación en sí no se rehabilita nunca”, nos explica la arquitecta.
“Si está en buen estado, se mantiene o se actualiza, y si hay un cambio de uso, empezamos de cero. Las reglas del juego son totalmente diferentes”, resume.
La rehabilitación frente a la sustitución es una preocupación importante cuando se trata de las instalaciones de los edificios. (GettyImages)
Las instalaciones deben ser coherentes y respetar la idea del proyecto
El diseño de las instalaciones, una cuestión de contexto
Maria Lluïsa Sánchez explica que varios factores inciden en el diseño de un sistema de instalaciones: la tipología y uso de la edificación, la normativa….
… y la cultura del lugar. “Por ejemplo, un estudio de mercado para Lleida nos dice que la calefacción de las viviendas debe ser de gas, así que es algo que los promotores incluyen en su ‘libro blanco’ donde describen cómo son sus promociones”, explica.
Una vez explorado el terreno, la Ingeniería de Instalaciones trabaja con los arquitectos para que éstos le transmitan sus ideas.
Por ejemplo, en la Fabra i Coats de Barcelona, una antigua fábrica de hilados y torcidos de lino de Barcelona reconvertida en un espacio multidisciplinar artístico, cultural y social, los arquitectos querían que las instalaciones fueran visibles. “Las instalaciones deben ser coherentes y respetar la idea del proyecto”, índice Sánchez.
A partir de ahí comienza el desarrollo, cálculo, viabilidad y otros factores que determinarán las características de las instalaciones, incluyendo, en el caso de los concursos, variables como su coste o mantenimiento. Este último tiene que ser mínimo. “La parte más larga del proceso es el proyecto básico y el diseño de criterios”, aclara.
Le siguen las siguientes fases de cualquier proyecto arquitectónico, que concluye con la licencia de actividades y la legalización de las instalaciones. Aunque éstas han cobrado protagonismo con los Fondos Next Generation, Sánchez recuerda que mejorar el parque de edificios es un objetivo que ya buscaban otras subvenciones como las FEDER. “A veces, estos escenarios desembocan en casos de rehabilitación atípicos como dotar de otro uso a equipamientos existentes, reformarlos o ampliarlos”, añade.
Tipos de instalaciones
Todas las instalaciones de un edificio tienen un elemento común y a veces es el que más problemas genera: las acometidas.
“Las condiciones de la infraestructura urbana de estas instalaciones las marca el territorio o parcela donde se encuentran. No es lo mismo una casa aislada en la Cerdanya, que quizás deberá ser autosuficiente, que un piso en el Eixample. Las acometidas son una constante en todos los edificios”, señala.
La normativa de instalaciones manda
Cuando se trata de un cambio de uso, un tanto por ciento de las instalaciones debe renovarse. “Este porcentaje, que puede ser entre el 100% o 50%, lo fija el marco normativo propio del proyecto de rehabilitación. Un cambio de uso es el parámetro más importante a efectos de las instalaciones y no permite ejecutar normativas anteriores”, señala.
Por ejemplo, en una pequeña ampliación, un porcentaje de potencia de la instalación eléctrica determinado debe cumplir con la nueva normativa, mientras que el resto puede mantenerse tal cual. “Pero si la ampliación es de envergadura, a partir de unos números tabulados en la normativa, te obliga a no solo arreglar la instalación específica del proyecto sino toda la anterior. Conocer las normativas evita plantear proyectos inviables desde el punto de vista legal”, aconseja Sánchez.
La misma normativa no aplica para todos los casos. Por eso Sánchez enfatiza en la importancia de conocer el objeto y ámbito de actuación específicos aplicables a la intervención a realizar.
En este caso, la experiencia es un grado, ya que, en el caso de Sánchez, en los treinta años que se dedica a instalaciones ha vivido situaciones de todo tipo.
“En todos estos años hemos encontrado varias trabas a las que nos enfrentamos desde varias estrategias que permiten utilizar la normativa de manera que nos sea favorable, siempre respetando la legalidad. El conocimiento te permite proponer soluciones”, puntualiza.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
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