Jardín Illa, la nueva plaza de Consell de Cent con Enric Granados que es un jardín
Esta próxima primavera cuatro nuevas plazas florecerán en Barcelona, enmarcadas en el programa Superilla Barcelona. La concepción y diseño de una de ellas, la que nace de la confluencia de la calle Consell de Cent con Enric Granados, ha corrido a cargo de Landlab y GPO Ingeniería y Arquitectura, tras ganar el concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento de Barcelona.
El pasado mes de agosto arrancaron las obras de los ejes verdes de Consell de Cent, Rocafort, Comte Borrell y Girona y las cuatro grandes plazas, de unos 2.000 m2 cada una, en las confluencias de la calle del Consell de Cent con Rocafort, Comte Borrell, Enric Granados y Girona. De cumplirse las previsiones, estas nuevas plazas verán la luz este mes de mayo.
El equipo de Landlab y GPO Ingeniería y Arquitectura ganaron el concurso de ideas de la plaza con Enric Granados con su proyecto Jardín Illa.
Hablamos con arquitecta Miriam García García, de Landlab, que nos explica las características del proyecto.
“Este proyecto está muy influenciado por la pandemia”, recuerda, “porque no solo detectamos la necesidad de tener cerca de casa un espacio donde estar en contacto con la naturaleza, sino que al salir del confinamiento muchos ciudadanos descubrimos una ciudad diferente. Más amable, renaturalizada, colonizada de forma espontánea por especies silvestres como consecuencia del descenso de la contaminación y del escaso mantenimiento de algunos parques y jardines…”.
Es en este contexto en el que se enmarca este proyecto de plaza-jardín. “Aunque el programa Superilla Barcelona es de ejes verdes y plazas, nosotros lo planteamos como un jardín. De hecho lo denominamos Jardín illa. Porque no es una plaza, ni una plaza con vegetación, es un jardín vecinal naturalista concebido para recuperar el verde autóctono, invitando a los miembros de la comunidad a experimentar, disfrutar, conocer y cuidar su naturaleza”, explica Miriam.
La creación de un jardín en una Superilla es una innovación a esta iniciativa. (Landlab)
La morfología del jardín presenta formas orgánicas que invitan a detenerse a contemplarlo
Más que una plaza, un jardín
Para la confección del proyecto, el equipo de Land Lab y GPO Ingeniería y Arquitectura mapearon todos los patios interiores de isla del Eixample recuperados como jardines. Y detectaron que de las 421 islas del Eixample, en la actualidad solo 70 están destinadas a jardines. Y en la calle Enric Granados, una zona con una alta concentración de ocio y restauración que condiciona la vida del barrio, apenas había unos pocos.
“Ante esta realidad, pensamos que el programa de Superilla era una oportunidad para recuperar estos jardines. Además, escogimos concretamente este enclave para nuestra propuesta porque tiene una ubicación muy especial. El cruce de Enric Granados y Consell de Cent está en un corredor ecológico de la ciudad”, contextualiza la arquitecta.
“El espacio, explica, “está en el punto medio de un recorrido botánico que une la Plaza Letamendi, con sus imponentes palmeras washingtonias que están catalogadas como patrimonio botánico de la ciudad, y los jardines del edificio histórico de la Universitat de Barcelona y el Seminario Conciliar. En esta zona se concentran unas 200 especies vegetales. Una singularidad y un patrimonio botánico desconocidos en otras zonas del Eixample, en las que una propuesta de estas características no hubiera tenido tanto sentido”, apunta.
Plano del futuro jardín en Enrique Granados. (Landlab)
Este jardín, de unos 2.000 m2, permitirá a los vecinos disfrutar plenamente del nuevo espacio público. Este espacio dará protagonismo a las personas y al verde como elemento estructurante. “Es un espacio que hemos diseñado para ayudar al recogimiento, a estar, no solo a pasar. De ahí su morfología, con formas orgánicas, que se doblan, se pliegan… como de ameba, pensadas para que no solo cruces el espacio, sino que te detengas en él. La morfología es un poco laberíntica, pero está hecha a conciencia para que así sea, para fomentar la idea de estar dentro de un jardín. Que te invite a detenerte y disfrutarlo”.
De hecho, en la memoria del proyecto presentado en el Ayuntamiento, se establece que las zonas ajardinadas supondrán el 42,3% de la superficie de intervención (2,8% de zonas de juego, 12,8% de zonas de estancia y 26,7% de áreas con vegetación que funcionan como jardines de lluvia ).
Tan solo un 9,3% del ámbito estaría destinado a terraza. El resto de superficie se dedicaría a la circulación de peatones (38%) y un 10,4% el espacio compartido con la circulación de vehículos con velocidad limitada de 10km/h.
Representación del proyecto. (Landlab)
Jardines de lluvia
Uno de los objetivos del proyecto, como nos cuenta Miriam, era lograr cerrar el ciclo del agua. Y, entre los distintos Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS) existentes, la solución escogida fue el jardín de lluvia.
“Este sistema consiste en la creación de zonas ajardinadas con un sustrato muy poroso y ligeramente hundidas respecto a los terrenos adyacentes, que permiten retener en superficie el agua de escorrentía de forma temporal y permitir que esta se filtre hasta unas celdas modulares prefabricadas, colocadas debajo del jardín”, explica la arquitecta.
Este sistema dispone también de rebosaderos que permitirán desviarlas a la red de alcantarillado convencional en caso de precipitaciones intensas.
Los jardines de lluvia y, en general, los SUDS permiten devolver al suelo un régimen de humedad más parecido al ciclo natural del agua, más conveniente para la vegetación y para las personas, y facilitar las tareas de mantenimiento y conservación de zonas verdes, entre otros efectos positivos.
En el diseño se ha contemplado un jardín con vegetación mediterránea. (Landlab)
Los jardines de lluvia devuelven al suelo un régimen de humedad más parecido al ciclo natural del agua.
El diseño del verde
A la hora de proyectar los parterres de verde se ha tenido en cuenta la magnitud de la canopia vegetal existente. Por eso la línea de actuación ha sido preservar los árboles existentes, y plantar nuevas herbáceas y arbustos.
En la memoria del proyecto se indica que las especies serán seleccionadas considerando el clima actual y futuro (fruto de los efectos del cambio climático), su funcionalidad en el ámbito urbano como un jardín de todos y el espacio y suelo disponible, predominando en todo caso el enriquecimiento de la biodiversidad del área.
Así, el parterre central, que es el más soleado, se prevé que sea de tipo mediterráneo, una demostración de la tipología de especies propias del clima, adaptadas a las condiciones locales y con gran resistencia a fenómenos climatológicos, como la falta de agua, cada vez más notable.
En los parterres más próximos a los jardines del Seminario, en el Jardín botánico, está previsto plantar especies con capacidad atrayente de fauna, para reforzar el papel de los jardines y generar un pequeño refugio de biodiversidad. “Porque una de las crisis ambientales a la que nos enfrentamos es la pérdida de biodiversidad, debemos incorporar la vida silvestre en la ciudad. Barcelona necesita otra vegetación”, apunta Miriam.
Vista aérea de cómo era antes Enric Granados. (Landlab)
Se combinará un jardín mediterráneo, con otro con capacidad atrayente de fauna, para generar un pequeño refugio de biodiversidad
Pero la vegetación no solo embellecerá el paisaje urbano y contribuirá a laminar el agua, sino que tendrá, también, un papel muy importante en la mejora de la calidad del aire del área.
Esta mejora será consecuencia de la absorción de partículas en suspensión (PM10) y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la absorción de CO2.
Otros beneficios de la vegetación será la reducción de la contaminación acústica, debido a que las coronas de los árboles actúan como barrera del ruido, y la reducción del efecto isla de calor.
La vegetación contribuye a disminuir la contaminación acústica. (Landlab)
Compromiso cívico y voluntariado
Pero, para que todo esto sea posible, Miriam hace hincapié en el civismo e implicación de la ciudadanía. “Estos parterres, que están trabajando para nosotros, no podrán pisarse ni ser un pipican para las mascotas”, avisa.
“Este es un proyecto arriesgado y ambicioso, porque necesitará del cuidado y respeto de todos para sobrevivir. Solo tendremos espacios públicos más diversos si los cocuidamos, ayuntamiento y ciudadanos. La diversidad lleva mucho cuidado y esfuerzo. Si no, se tiende a homogeneizar hacia lo más duro, más resistente, y es entonces cuando nos encontramos con esas plazas duras sin apenas vegetación. Porque no sabemos cuidarla”, denuncia..
“Si en Nueva York puede haber una High Line, un parque elevado construido sobre una antigua vía de tren que se extiende a lo largo de más de 20 calles, por qué en Barcelona no podemos tener y cuidar un proyecto como este?”, se pregunta la arquitecta.
También añade que Jardín Illa “quiere ser un manifiesto, un prototipo de cómo podemos construir espacios públicos que, además de bonitos, ayuden a que la naturaleza trabaje por nosotros. Pero para ello, debemos cuidarlos y respetarlos. Este proyecto es un indicador de nuestra biofilia y de nuestra capacidad para tener este tipo de espacios. El jurado apostó por este proyecto, espero que los ciudadanos quieran vivirlo. Y vivirlo es cuidarlo y respetarlo, no ocuparlo”.
De hecho, Miriam explica que en la propuesta inicial se incorporaba una partida para formar a voluntarios que cuidasen el Jardí Illa, como se hace en el High Line de Nueva York. “Eso genera la biofilia, el amor de la naturaleza”, explica, “porque amas algo cuando lo conoces. Habíamos incorporado todo eso, es un proyecto bello y delicado. Porque sii no se cuida, la forma será bonita, seguirá funcionando como jardín de lluvia, pero se debe cuidar. El voluntariado podría generar una relación de identidad, de pertenencia”.
Representación de cómo será el jardín en invierno. (Landlab)
Las Supermanzanas y el Plan Cerdà
Las Supermanzanas, en las que se enmarca este proyecto de Jardín Illa, no están exentas de debate. Para el Ayuntamiento de Barcelona “es un modelo de transformación de las calles de toda la ciudad, con el propósito de recuperar para la ciudadanía una parte del espacio que actualmente ocupan los vehículos privados. El objetivo es lograr un espacio público saludable, con más verde, más justo y seguro, que favorezca las relaciones sociales y la economía de proximidad”. Pero las voces críticas acusan a las Supermanzanas de destruir la igualdad y la higiene que se consiguió con el Plan Cerdà.
Miriam es de la opinión que la ciudad es un organismo vivo y debe tener capacidad de adaptación y transformación para ser lo que debe ser: la casa en la que habitamos todos. “Las condiciones de ese hábitat que ideó Cerdà hace más de 150 años han cambiado, debido a la polución, al cambio climático, al cambio de usos de los patios interiores de isla…
De hecho, el Eixample es el distrito de la ciudad con una mayor densidad de población considerando la superficie total, con unos 355 habitantes por hectárea. Pero también es el más carente de verde urbano con sólo 1,85 m2 por habitante”, afirma.
Este proyecto quiere ser una referencia para la creación de nuevos espacios públicos. (Landlab)
Para ella, “las Supermanzanas son una puesta al día, un update, una evolución y adaptación necesaria del Eixample. Y es que, no tenemos el Eixample de Cerdà, sino lo que queda de él.”
“¿Queréis volver a ese Eixample?”, se pregunta Miriam. “Pues empecemos por recuperar esos patios de islas ideados por Ildefons Cerdà que se han ido desvirtuando y perdiendo por décadas de especulación”.
La experta añade que “las Supermanzanas no son más de lo mismo, por eso son controvertidas, porque todo avance, todo cambio encuentra una oposición. Con este programa se está cambiando la piel del Eixample, que es lo que te permite adaptarte a los cambios, pero la morfología se mantiene”.
Natàlia Bosch
Redacción Escola Sert