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Arquitectos, ¡hay que perder el miedo a las instalaciones!

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Cables, tuberías, calderas, sistemas de climatización…, las instalaciones son aquellos elementos que el ojo habitualmente no percibe pero que juegan un papel fundamental en el buen funcionamiento de un edificio, en el consumo energético y en el confort de sus usuarios. Los arquitectos están recuperando una parcela que en los últimos años han copado instaladores o ingenieros y cuyo papel no es menor, ya que, en un proyecto de envergadura, las instalaciones pueden representar hasta un 40 por ciento del presupuesto global.

Existe bastante desconocimiento sobre cuál debe ser el papel del arquitecto en el diseño de las instalaciones de un edificio. Tal vez porque su implementación se relaciona con otros perfiles profesionales o porque se considera que requiere de conocimientos demasiado técnicos. Nada más lejos de la realidad. Los arquitectos deben reivindicar su formación profesional como planificadores de instalaciones bien para convertirse en especialistas, bien para tener, al menos, unos conocimientos suficientes que les permitan tomar las riendas de esta parte del proyecto y dirigirse, de tú a tú, a fabricantes, instaladores e ingenieros.​

Más instalaciones y más complejas

Las necesidades energéticas no son las mismas ahora que hace cincuenta años. Calefacción, renovación de aire, refrigeración, producción de agua caliente sanitaria… Si a esto le añadimos una normativa que cada vez es más exigente desde el punto de vista de la eficiencia energética, se incrementa el grado de complejidad. “La tecnología es sumamente cambiante, sobre todo en cuanto a fabricantes, que van introduciendo mejoras y adaptándose a las legislaciones vigentes, lo que produce que instalaciones y equipos queden obsoletos con una relativa rapidez”, explica Ingrid Cardelús, que dirige el posgrado y los cursos Instalaciones y arquitectura en Escola Sert.

“En general, las instalaciones necesitan mucho más espacio que antes y el coste es superior. El campo de las telecomunicaciones también ha evolucionado mucho. Estamos diseñando edificios conectados”, agrega el arquitecto Joan Carles Reviejo, director del curso Instalaciones y eficiencia energética en la edificación.

 

Instalación en un edificio

Calefacción, renovación de aire, refrigeración... las necesidades energéticas evolucionan continuamente. (Ingrid Cardelús)

En el caso de las viviendas, la normativa existente es más específica que para otros tipos edificatorios

En el caso de las viviendas, la normativa existente es más específica que para otros tipos edificatorios o usos. Por ejemplo, el Reglamento eléctrico de baja tensión detalla aspectos como los puntos de luz y tomas eléctricas mínimas que deben colocarse en una vivienda. Sin embargo, esta definición no existe para otros tipos de zonas o edificios, lo que conlleva que el arquitecto sea el encargado de establecerla según su criterio y de acuerdo con el cliente.

​Cómo integrar las instalaciones en un proyecto arquitectónico

La integración de las instalaciones debe realizarse lo antes posible, en la fase de anteproyecto, ya que existen elementos de estas, espacios y requerimientos de paso y funcionamiento, que afectan a la configuración de un edificio. Especialmente instalaciones como la red de evacuación de aguas, por ejemplo, que, por su rigidez y principio de funcionamiento (la gravedad), requieren de una verticalidad en los bajantes que es recomendable planificar desde el principio, como si se tratase de un pilar estructural”, recomienda Cardelús.

La sectorización de los cuadros eléctricos, la ubicación de los bastidores de telecomunicaciones (racks) y la distribución de conductos de los sistemas de climatización también son importantes. “Es conveniente agrupar las instalaciones en armarios y salas técnicas. Esto nos permite ahorrar espacio destinado a instalaciones y reducir costes”, añade Reviejo.

Cuadros de instalaciones

Una manera de optimizar costes es agrupar las instalaciones en armarios y salas técnicas. (Ingrid Cardelús)

Esta previsión es igualmente fundamental para que a posteriori sea sencillo realizar las labores de mantenimiento necesarias, normalmente a cargo de un instalador o empresa mantenedora, sin experimentar problemas para acceder a ellas. En algunos tipos de edificios públicos y privados sí interviene directamente una figura que cada vez está ganando una mayor importancia: el facility manager.

Dada su obsolescencia y uso intensivo, las instalaciones deberán repararse y sustituirse varias veces durante la vida útil de un edificio, que permanecerá en pie durante mucho más tiempo. “Si, por ejemplo, el equipo de generación de climatización se encuentra en una cubierta, tenemos que prever cómo accederemos a ella. Y si se produce una fuga de agua en un bajante que está en un paso no registrable, será más difícil detectarlo, así como repararlo sin romper la pared”, afirma Cardelús.

​¿Cómo podemos conocer la eficiencia energética de una vivienda?

Desde 2013, el certificado de eficiencia energética es un documento obligatorio que debe obtenerse en caso de vender o alquilar un inmueble. Está representado con un adhesivo que señala la calificación energética de una vivienda según una escala que evalúa su consumo. Son siete letras correlativas, de la A a la G, en que la A es la más eficiente y la G la menos eficiente. Otra información que facilita son los kilogramos de CO₂ emitidos a la atmósfera.

Reformas de instalaciones eléctricas

 

Hay que tener presente que las instalaciones se tendrán que reparar y sustituir varias veces durante la vida útil de un edificio. (Ingrid Cardelús)

Las revisiones también permiten detectar y sustituir materiales nocivos como el plomo

El certificado de eficiencia energética lo emite un arquitecto o un ingeniero cuando se realizan proyectos de edificación o de instalaciones térmicas según exija la normativa vigente.

​¿Se rehabilitan las instalaciones?

La respuesta es no. Deben sustituirse, porque se ejecutaron bajo un marco normativo previo o han sufrido un desgaste importante. Ciertos materiales nocivos están actualmente prohibidos, como el plomo para la conducción de aguas potables, y deben cambiarse al realizar la revisión de las instalaciones en una inspección técnica del edificio (ITE). Lo mismo sucede con el cableado eléctrico que no cumple con los estándares de seguridad actuales.

El uso diario e intensivo provoca que la mayoría de defectos aparezcan con el paso del tiempo: corrosión, cables pelados, fugas de agua y otros que son fruto de una mala planificación, como instalar salas de caldera sin ventilación.

Instalaciones subterráneos de un edificio

Una buena instalación nos ayuda a optimizar costes y mejora el bienestar de los usuarios de una edificación. (Ingrid Cardelús)

En el caso de las reformas en interiores de viviendas, por ejemplo, no hay que olvidar que ciertos cambios pueden afectar a las instalaciones del conjunto del edificio. Sustituir las tuberías de agua por un material como el cobre puede provocar corrosión si las del resto del edificio son de acero. Sin embargo, remarca Cardelús, al finalizar cualquier obra y entregar el edificio a su propietario, este recibe el Libro del Edificio, que contiene, entre otras cosas, las instrucciones de uso y mantenimiento del mismo, incluyendo la planificación de las operaciones programadas de mantenimiento tanto del edificio como de sus instalaciones.​

​Cómo impacta en el usuario una buena o mala instalación

Confort térmico y acústico, ahorro económico, la calidad del aire, la seguridad… Las instalaciones inciden directamente en la salud y el bienestar de las personas. En España, el Reglamento de instalaciones térmicas en los edificios “establece las condiciones que deben cumplir las instalaciones destinadas a atender la demanda de bienestar térmico e higiene a través de las instalaciones de calefacción, climatización y agua caliente sanitaria, para conseguir un uso racional de la energía”.

Aspectos como la calidad del aire, temperatura y humedad son fácilmente medibles. Esto permite automatizar los sistemas de renovación de aire y climatización para conseguir espacios saludables y confortables. “También existen personas que son muy sensibles a los campos electromagnéticos generados por la radiofrecuencia o las conducciones eléctricas. Existen tecnologías y tipos de instalaciones que nos permiten lograr lo que se denomina instalaciones biocompatibles”, explica Joan Carles Reviejo.

El ojo no las percibe, pero la mente, el bolsillo y el cuerpo sí notan las consecuencias de una buena o mala instalación.

 

Lucía Burbano
Redacción Escola Sert

Para saber más:

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