Los falsos mitos sobre bioconstrucción
No es un concepto extremo ni radical. La bioconstrucción actualiza técnicas constructivas y materiales naturales ancestrales, pero desde el prisma de la arquitectura contemporánea. Y siempre con el objetivo de cuidar de las personas y del medio ambiente,
La bioconstrucción se propone como objetivo principal (y siempre que sea posible), la utilización de materiales de origen natural frente a aquellos de origen sintético, un proceso que hoy en día todavía requiere de un arduo trabajo de revalorización y difusión.
En el imaginario general, la bioconstrucción a veces se asocia a una estética muy concreta que Valentina Li-Puma Sforazzini, arquitecta y encargada de impartir la sesión Sert La bioconstrucción como herramienta de salud: aplicación al proyecto de arquitectura se encarga de desmentir: “El concepto es muy innovador porque a partir de técnicas tradicionales que habían quedado en desuso podemos diseñar y construir una arquitectura contemporánea. La bioconstrucción no es un concepto extremo, ni radical, al contrario, es algo muy afín a nuestra biología” afirma.
Primer mito: no existe obra pública en bioconstrucción
Las normativas actuales o ayudas como los Fondos Next Generation se basan sobre todo en conseguir el máximo ahorro energético, pero no están necesariamente vinculadas a la salud.
“Los niveles de aislamiento térmico exigidos, por ejemplo, pueden conseguirse tanto con poliuretano como con fibra de madera. La diferencia es que el primero es un derivado del petróleo y el segundo es un recurso de origen natural y renovable. Al final se trata de alcanzar un valor que se obtiene a partir de la pura conductividad del material” afirma Li-Puma Sforazzini.
La bioconstrucción se propone como objetivo principal la utilización de materiales de origen natural. (IBAVI)
La bioconstrucción no es un concepto extremo, ni radical, al contrario, es algo muy afín a nuestra biología
Por lo tanto, la normativa actual no distingue si esta prestación se obtiene de un material sostenible o no.
Sin embargo, existen instituciones públicas que van un paso más allá y apuestan por la bioconstrucción para mejorar no solo el desempeño energético del parque de viviendas, sino también aspectos relacionados con la salud de los usuarios.
Es el caso del Instituto Balear de la Vivienda (IBAVI), impulsora del proyecto Reusing Posidonia, que utiliza recursos naturales propios de las islas Baleares como la Posidonia Oceánica seca para el aislamiento térmico y acústico en 14 viviendas de protección pública de obra nueva en Sant Ferran, Formentera.
“En Formentera, la gran mayoría de materiales de construcción provienen de la península. Sin embargo, lo interesante es que los recursos sean locales, como las algas de Posidonia, por ejemplo”, apunta la arquitecta.
La extracción del alga corre a cargo de los organismos estatales o autonómicos y no requiere de tratamiento artificial, ya que la sal del mar actúa como conservante y biocida. Unas pruebas realizadas por el Instituto Fraunhofer de Física de la Construcción (IBP) de Alemania demostraron que los paneles construidos con fibra de posidonia pueden almacenar un 20% más de energía que la madera.
La bioconstrucción no solo mejora la eficiencia energética de las viviendas, también vela por la salud de los usuarios. (IBAVI)
Segundo mito: es difícil construir con materiales tradicionales porque no están certificados
La paja, la tierra o la cal, antaño muy utilizadas en técnicas constructivas vernáculas y tradicionales hasta que gradualmente fueron sustituidas por otras como el hormigón armado, están reintroduciéndose en el mercado. Pero, como el resto de los materiales “modernos”, ahora deben ceñirse a los criterios establecidos en el Código Técnico de Edificación.
Hoy en día no hay excusa para no volver a utilizarlos: existen empresas, señala la arquitecta, que diseñan, fabrican y certifican materiales y técnicas constructivas, para que técnicos no particularmente expertos puedan emplearlos con total seguridad y apoyándose en la normativa. Cita como ejemplo Fetdeterra, una empresa fundada por una arquitecta y un geólogo que produce bloques de tierra comprimida normalizados, certificados y listos para utilizar.
Han ganado varios premios y trabajado con destacados despachos de arquitectura, organismos e instituciones públicas y privadas. Además, asesoran y forman a aquellos profesionales interesados en utilizar sus productos.
“La tierra obtenida de una excavación de un terreno debe analizarse antes en un laboratorio especializado porque no siempre puede utilizarse para la construcción, es un proceso que requiere de un atento estudio. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que los arquitectos somos responsables de los resultados de una obra y de las técnicas que empleamos”, recuerda Valentina Li-Puma Sforazzini.
Lo mismo sucede con otros materiales como la paja, un excelente aislante pero que se ha de manipular con la formación adecuada. “La bala de paja en contacto con agua se pudre y se convierte en inservible. Se necesita mucho conocimiento y cuidado en la ejecución de cada detalle, de cada unión”, insiste.
En el caso de este material, EcoCocon cuenta con paneles certificados por el Passivhaus Institute, Cradle to Cradle Institute y REI 120, que certifica su resistencia al fuego y asegura su correcto estado de conservación y compactación, para que esté lista para usarse.
Tercer mito: la bioconstrucción no produce arquitectura contemporánea
¿Un hotel de lujo construido con técnicas de bioconstrucción? Sí, el Hotel Torre del Marqués en Monroyo (Teruel) diseñado por la arquitecta Àngels Castellarnau del estudio Edra Arquitectura Km0 y para el que utilizó una técnica de tapia calicostrada, realizada con tierra y paja.
Inaugurado en 2020, la arquitecta recuperó una masía del siglo XVIII empleando la tierra de la propia finca apisonada con costras de mortero de cal y aligerada con cáñamo. Fue uno de los cuarenta proyectos seleccionados para el Terrafibra Award, un prestigioso premio internacional de arquitectura contemporánea realizada en tierra cruda, y/o combinada con fibras vegetales.
Otro uso interesante y rabiosamente contemporáneo es la Piscina pública de Toro en Zamora, proyectada por Vier Arquitectos. Su aspecto austero se integra perfectamente en el entorno arquitectónico gracias al envolvente en tapial y cerramientos exteriores ejecutados con muros de carga de tierra compactada.
Los arquitectos realizaron una meticulosa investigación para recuperar y poner al día esta técnica y proponer una solución sostenible alternativa a los materiales convencionales.
“Entendemos que el tapial es un material altamente aconsejable en virtud de sus características técnicas – solidez, inercia, permeabilidad, textura –, de economía de material, facilidad de puesta en obra y sostenibilidad medioambiental”, describen en la página del proyecto.
La piscina pública de Toro en Zamora está integra perfectamente en el entorno arquitectónico.
Existen maneras de proteger una construcción contra el fuego sin emplear sintéticos
Cuarto mito: todos los materiales sintéticos pueden sustituirse
Hoy en día en algunos casos no es posible emplear materiales 100% naturales, como por ejemplo en los productos ignifugantes. A veces la normativa dicta que sean de uso obligado, como en ciertos edificios públicos. En estos casos, la arquitecta aconseja emplear aquellos que emitan menos contaminantes, una opción posible en Francia, donde existe una etiqueta que clasifica productos de construcción en base a las emisiones de COV, tal y como sucede con los electrodomésticos.
“Si no hay más remedio que emplear un material sintético, puedes guiarte por el etiquetaje y por lo menos limitar el daño eligiendo uno que sea de la clase A+. En Francia están intentando hacer ese esfuerzo”, señala. Aportar información clara y sencilla a los usuarios es clave para conocer la calidad de los materiales que conforman nuestro entorno vital.
Existen otras maneras de proteger una construcción contra el fuego sin emplear sintéticos. En la construcción con madera, una solución alternativa es calcular una sección sobredimensionada para que cumpla con los parámetros de resistencia al fuego.
“A modo de ejemplo, si necesito una viga de sección 6 x 10 utilizo una sección superior, de manera que la parte sobrante se quema en el tiempo que requiere el Código Técnico. Así podemos disponer de una solución aceptable y resistente, sin necesidad de aplicar protección ignífuga ya que la madera se protege a sí misma”, apunta.
Otro campo donde es más complicado emplear materiales de origen natural son las instalaciones. “Componentes como el PVC sí se pueden sustituir pero las instalaciones de agua, por ejemplo, requieren de un tipo de conducto que debe ser de acero”, agrega.
Quinto mito: con un material natural todo está permitido
Valentina Li-Puma Sforazzini hace una reflexión final sobre el origen geográfico de los materiales y sobre el ciclo de vida de estos, cuestiones que provocan que a veces utilizar un material concreto, aunque sea natural, no sea siempre la opción más oportuna.
“Elijo la madera porque tiene una huella de carbono muy reducida, pero si tengo que ir a buscarla lejos tal vez debo plantearme el verdadero coste de su suministro teniendo en cuenta también el impacto social de la eventual explotación de trabajadores, la certificación del cultivo, la energía empleada en el transporte y las consecuencias que supone la deslocalización”, explica. Y si no compensa, aconseja buscar soluciones alternativas.
Estamos en un punto en el que es muy importante tener en cuenta todos los aspectos del ciclo de vida de un edificio, no solo la composición de los materiales empleados. Si un material, aunque sea natural, conlleva una fuerte huella de transporte hasta el lugar de utilización o debe sustituirse varias veces durante el ciclo de vida del edificio, tal vez deba considerarse emplear otro diferente, o por lo menos introducir este aspecto en la compleja ecuación final.
En cualquier caso, la arquitecta cree que, en la arquitectura y en la sociedad, aún seguimos un modelo híbrido, aunque la transición hacia modelos totalmente descarbonizados es imparable e inevitable.
Y el uso de materiales ya altamente descarbonizados en origen es clave en todo el proceso, sin la cual no se podrían lograr los ambiciosos objetivos europeos fijados para el 2050. El día en que se reviertan los costes reales (incluidos los sociales y ambientales) del petróleo y de sus derivados en el mercado de la construcción, la naturaleza será la única salida económica y socialmente viable, a la vez que sostenible, para las generaciones futuras.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert