Rehabilitar estructuras, preservar el patrimonio
Hasta la década de 1990, la rehabilitación era una actividad residual. Representaba solo el 5% de los encargos que recibía un estudio de arquitectura. Desde entonces, esta demanda ha ido en aumento: en 2010 subió al 30% y actualmente ya suponen la mitad de los proyectos. En el ámbito educativo, esta evolución ha ido a la par y cada vez existen más profesionales que optan por especializarse en rehabilitación de estructuras.
Arquitecto rehabilitador o arquitecto historiador
Las grietas hablan. Expresan el estado de salud de un edificio y son el primer paso para establecer la estrategia de rehabilitación. Son la representación física de las tensiones o esfuerzos que experimenta una estructura. Para conocer sus causas hay que mirar al pasado; tal vez durante la Guerra Civil cayó una bomba en las inmediaciones que provocó una onda expansiva. O una riera subterránea ha ido provocando movimientos imperceptibles que afloran décadas después.
Robert Brufau: "Para nosotros el concepto del cambio en el proyecto de Les Arenes era sencillo, pero hacerlo posible era lo más complicado".
“En el proyecto de Les Arenes hubo un cambio radical, pasar de un coso taurino a un centro comercial del máximo nivel tecnológico. El mayor reto fue excavar seis sótanos y mantener apuntalada la fachada para que no se cayera”.
La rehabilitación, una práctica creativa
Una vez hecho el diagnóstico, esclarecidas las causas y definidas las pautas de intervención, hay que centrar la atención en los materiales que forman la estructura a rehabilitar.
“Hay estructuras hechas con materiales muy deficientes, pero cada uno tiene una manera de ser reforzado. Además, los materiales han ido evolucionando. El hormigón, por ejemplo, es el doble de resistente que hace cincuenta años. En caso de dudas, se realiza una extracción y se lleva a analizar a un laboratorio. Esto dará pistas sobre su estado”, explica Robert Brufau, doctor en Arquitectura, consultor de estructuras y director del posgrado Rehabilitar desde la estructura de la Escola Sert.
Diálogo sobre el método
A diferencia de la obra nueva, cuyos estándares siguen unos códigos preestablecidos, la rehabilitación da pie a interpretar, a optar entre varias alternativas, a buscar soluciones creativas. Sin embargo, cuando se trata de edificios con un valor patrimonial, existen reglas que hay que respetar, aunque sea con matices.
“Si el material de un edificio está degradado, hay que actuar de acuerdo a las recomendaciones de Patrimonio. Sin embargo, si una estructura antigua se está agrietando por todas partes, se establece un diálogo sobre el método más adecuado para estabilizar el edificio. Después ya hablaremos de los acabados para que patrimonialmente siga siendo el mismo edificio”, concede Brufau.
Antes y después de las obras de rehabilitación del Palau de la Generalitat, en las que participó el estudio de Robert Brufau.
“Ahora estoy trabajando en la Sagrada Familia como uno de los dos arquitectos responsables de la estructura y, aunque es muy complejo, la línea de actuación está muy definida. En la Pedrera tuvimos que inventarnos el guión, algo mucho más atractivo”.
Reconversión de un espacio subterráneo en la Generalitat
El arquitecto y consultor de estructuras, que ha participado en proyectos diseñados por trece premios Pritzker y ha recibido numerosos galardones por su trabajo, hace hincapié en la gran dosis de creatividad que esta profesión requiere para sacar de la chistera soluciones a problemas complejos.
En este vídeo, por ejemplo, explica la reconversión de un espacio subterráneo del Palau de la Generalitat de Catalunya en una sala de congresos, a petición del president Jordi Pujol:
¿Arquitecto estructurista o ingeniero estructural?
Uno de los aspectos más complicados de la profesión de rehabilitador es verificar que los trabajos marchan según lo previsto, ya que hasta que no se finaliza la intervención no se sabe con exactitud si esta funciona o no.
“Existen indicadores, sobre todo cuando algo no va bien, como la aparición de grietas”, comparte el arquitecto, que recomienda paciencia y sentido común: si la planificación es la correcta, lo normal es que no haya sobresaltos.
Sobre la rehabilitación de estructuras, cabría preguntarse: ¿no corresponde este trabajo a un ingeniero? Sí y no, ya que ambas figuras son complementarias.
Brufau lo explica así: “Un consultor estructural con formación en arquitectura habla el mismo ‘idioma’ que el arquitecto proyectista y se interesará por cuestiones comunes. En cambio, un ingeniero pensará, sobre todo, en optimizar la economía de la estructura y que todo sea muy racional”.
“Cuando entramos en La Pedrera hace unos 25-30 años para rehabilitar los desvanes, estaba todo muy próximo a caerse. Hubo un esfuerzo muy grande, muchas cabezas pensantes reflexionando sobre cómo rehabilitar aquel Gaudí que se apartaba de todo lo convencional”.
Imagen de los desvanes de la Pedrera, una de las más destacadas reformas en las que ha participado Brufau.
Asignaturas especializadas
De la misma manera, un arquitecto convencional no puede considerarse un experto en rehabilitación si no se ha formado específicamente en este campo.
Brufau explica que hasta el año 2010 no se empezaron a introducir asignaturas especializadas en la carrera de arquitectura y, a su parecer, hay cuatro aspectos pendientes de abordarse: la rehabilitación patrimonial, la optimización energética de edificios viejos, la comprensión de los sistemas constructivos y la rehabilitación desde la vertiente estructural.
Espectacular instantánea del proceso de reconversión de unas naves industriales que llevaban setenta años en desuso en un museo que hoy es una referencia en Barcelona, el CaixaForum.
Rehabilitar o demoler
La tecnología también ha impactado en el trabajo del arquitecto rehabilitador. Le ha liberado, sobre todo, de emplear el 80% de su tiempo a realizar cálculos, a los que actualmente solo tiene que dedicar el 10%, lo cual le permite dedicar más rato a pensar la mejor solución y a coordinar esfuerzos para alcanzarla.
Otra cuestión son los nuevos materiales que van apareciendo y que pueden complementar o sustituir a otros que ya no existen o que han soportado peor el devenir de los años.
Sin embargo, Brufau avisa que todavía se desconoce cómo les afectará el paso del tiempo, algo que ya sucedió en su momento con el hormigón, empleado por primera vez hacia 1850 y cuya durabilidad ha quedado demostrada casi dos siglos después.
Invertir en rehabilitación a los 50 años
Brufau cifra la vida útil de un edificio convencional en 50 años, lo que quiere decir que pasado este tiempo es recomendable invertir en su rehabilitación. Existen excepciones; hay secciones del parque construido en Barcelona que cuentan con más de 200 años y algunas muestras de la arquitectura gótica, con 800 años, que gozan de una salud excelente.
Brufau aboga por la rehabilitación en vez de la demolición. Conservar nuestro patrimonio, nuestra historia, debería ser motivo suficiente para remar conjuntamente en esta dirección. Desgraciadamente, no siempre es el caso, ya que restaurar estructuras complejas puede ser más costoso que tirarlas al suelo, a pesar de que así se provoca la acumulación de residuos que generan otras problemáticas ambientales.
Aunque este argumento es materia para otro artículo.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
La Escola Sert ofrece un posgrado que mejora la preparación para desarrollar la actividad profesional en el campo de la rehabilitación.
El contenido recorre las diferentes técnicas de intervención en rehabilitación edificatoria y está avalado por el trabajo continuado de los profesionales del ACE y el IEE. El posgrado está dirigido por el experto Robert Brufau.