Mil casas en tu casa
UNIDOS CONTRA EL CORONAVIRUS
Ha sucedido de repente y sin estar preparadas para ello. Nuestro espacio habitable se ha comprimido al espacio de la vivienda, la percepción de la calle se ha reducido a lo que se ve desde la ventana (indiscreta), y la multitud de las personas con las que nos relacionamos físicamente día a día se ha limitado a nuestros co-inquilinos animales, incluidos los humanos. Un confinamiento obligatorio, sin precedentes, nos obliga a mirar la casa como un universo en sí mismo.
(Foto: Arquitectos de Cabecera, el edificio como soporte de lo doméstico.)
Hace algunos años desde Arquitectos de Cabecera atendimos a Dolors, una mujer mayor en el Raval de Barcelona que, por tener problemas de movilidad y no disponer de ascensor, se encontraba prisionera en su propia vivienda sin poder bajar a la calle. Poco a poco, a medida que profundizamos en el estudio de la ciudad, nos fuimos encontrando que no era un caso aislado sino más común de lo que esperábamos. Ahora todos nos encontramos por sorpresa en la situación de Dolors.
La negación de la calle y de la ciudad conlleva que le pidamos a la vivienda el difícil papel de resolver todas nuestras necesidades en un solo lugar, intensificando su uso. La limitación del espacio y el incremento de necesidades multiplica los inconvenientes, pero también agudiza la imaginación incorporando nuevas maneras de interpretar y usar la vivienda...
Cartografia del espacio doméstico, la casa vivida. (Arquitectos de Cabecera)
“Al negar la calle le pedimos a la vivienda que asuma múltiples usos inesperados”
… improvisamos la oficina en la mesa del comedor o de la cocina. Desplazamos los muebles para sacar un escritorio fuera de una habitación, o lo forzamos a entrar en otra para tener mayor privacidad, en un ejercicio de conciliación entre la vida propia, la familiar, la doméstica y la laboral…
… las salas de estar, con los muebles retirados hacia los perímetros, se revelan como gimnasios, pistas de baile, patios de recreo… el espacio polivalente que permite ser aquello que se imagine, al igual que un niño o niña que imagina paisajes y espacios construyendo una cabaña o un iglú con unas toallas …
… el pasillo es la nueva calle, que recorremos para desentumecer los músculos. La casa de muchas puertas encuentra sus virtudes en los múltiples recorridos: aquel ejercicio divertido al que hemos jugado de niños corriendo en círculos pasa a ser el saludable ejercicio de caminar cuanto más mejor. La casa con recovecos, que se esconde en las esquinas pasa a ser, mentalmente, un lugar que no se puede captar de una sola mirada, dejando algo para ser descubierto al pasear, evitando el sentimiento claustrofóbico de la mirada totalizante sobre el espacio prisionero...
… un dormitorio pasa a ser un gimnasio improvisado, una sala de conciertos, una biblioteca, un guardería... aquellos usos que la vivienda ni la ciudad nunca previó, ahora conviven sin remedio, pared contra pared…
Clase de universidad online, Taller Temàtic Arquitectes de Capçalera (ETSAB)
… las universidades y los colegios se desintegran en campus dispersos donde cada habitación de cada alumno contiene su pupitre, el aula virtual está en ninguna parte y en todas las casas a la vez…
…. el recibidor se ha convertido en una pieza redundante – ya no hay nadie a quien recibir –, y empieza a encontrar nuevos e inesperados usos, quién sabe, como final de la casa y no como su principio, o como espacio personal…
… el avituallamiento obsesivo se apodera de los rincones, llenar la despensa y los armarios por si, aquello que se ha negado por activa y por pasiva sucede, y hay que ser precavidos…pero simultáneamente hay tiempo y oportunidad para vaciar armarios también, en una catarsis largamente retrasada de tirar y tirar y tirar viejos recuerdos que se resisten a despedirse...
… cada casa se ha convertido en muchas viviendas superpuestas, usos y actividades se suceden y se solapan en el espacio y en el tiempo, en una constante negociación entre sus usuarios… actividades productivas, reproductivas y sociales se solapan… estamos reaprendiendo el significado de convivir…
… adaptamos los horarios e inventamos nuevas rutinas, dudamos en llamar por trabajo a alguien porque ahora sí sabemos que le encontramos en la “intimidad” de su casa, como un intruso que no ha sido invitado vemos en las videoconferencias la domesticidad expesta, detalles de la personalidad a la vista. Escuchamos voces de niños de fondo en conferencias de teletrabajo, a veces interrumpiendo la conversación y precediendo a una disculpa innecesaria...
… la ventana, el balcón, la terraza; tres formas de escapar del confinamiento. Esos espacios intermedios que toman el papel fundamental de ofrecernos estar fuera sin salir de casa, que nos permiten transgredir físicamente el confinamiento sin dejar de acatarlo. Los espacios fuera-pero-en-casa nos reviven esas pequeñas sensaciones urbanas: el aire fresco, el sol, la descompresión de la densidad de lo doméstico, la soledad ahora encontrada en el lugar público...
“Empezamos a encontrar ciudades invisibles que se escondían bajo la nuestra”
La fachada se ha convertido en la frontera de un mundo que podemos ver pero no traspasar… Como si de una ciudad invisible se tratase, empezamos a encontrar las ciudades que se escondían bajo la nuestra, esperando latentes a ser descubiertas, creando telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma, como en la ciudad de Ersilia de Italo Calvino...
… empezamos a vivir la calle sin pisarla, miramos afuera, obsesivamente, con una mezcla de deseo y de nostalgia, y descubrimos de nuevo el barrio y a los vecinos…
… la ciudad ha perdido la planta baja, cuyos usos han sido absorbidos por la vivienda… ¿qué pasará con esas planta bajas, con esas vidas que de ellas dependen?...
… los pocos transeúntes se guardan desconfiando las distancias (o no, a su cuenta y riesgo)…
Vecinos practican gimnasia de forma colectiva. (Sara Morante)
… pero en los balcones, a salvo, la situación se invierte: el no salir de casa se convierte en la oportunidad para relacionarse con los vecinos, saludándose no a través del introvertido rellano sino del balcón expuesto, en una nueva situación en la que el límite de “lejanía” pasa a ser lo que alcanza la voz…
… en unos pocos días los balcones han mostrado su auténtico potencial socializador: improvisados bingos en interiores de manzana, juegos al veo-veo, conciertos y discotecas, fiestas folclóricas y tradicionales, actividades gimnásticas donde la fachada se convierte en una sala vertical (recordando la Ópera Prometeo o el Teatro Oficina), partidos de pádel entre vecinos que usan el muro colindante como red y que necesita necesariamente de la vecina del primer piso como árbitro (ya que los jugadores ni se ven entre ellos ni ven la totalidad del campo)… situaciones en las que “cuantos más, mejor”...
… los balcones y terrazas… intimidades reveladas, domesticidades colectivas… lo común y lo comunitario se reformulan a través de acciones a distancia…
... y de plataformas y redes digitales de apoyo mutuo, de alertas ante abusos laborales y sociales, de respuesta ante la falta de suministros y de apoyo a personas vulnerables, cientos de voluntarios organizándose…
… el nuevo ritual del puntual aplauso en homenaje a los que siguen trabajando en servicios sanitarios y básicos más expuestos que los demás, unos instantes de empatía colectiva, de miradas de complicidad y sonrisas que cruzan la calle suspendidas en el aire… ¡por fin la calle elevada se muestra espacio de relaciones!
La desposesión de la calle ha hecho aflorar lo urbano desde la domesticidad introvertida...
Vecinos juegan al pádel mientras una tercera ejerce de árbitro desde el balcón. (Pablo Ricatti)
“Repensar la casa desde la condición de confinamiento”
Y a pesar de que siempre nos quedará la evasión en el mundo digital, la palabra “casa” ha adquirido su carácter superlativo durante el confinamiento. Aunque también hay quienes abandonan esa ventana digital, porque les intoxica, porque les agobia, les rompe esa paz anhelada de lo doméstico… Sin embargo, también este espacio de cobijo, de protección, puede agravar la soledad y puede ser un espacio de violencia del que hoy es aún más difícil huir...
Proponemos aprovechar activamente esta situación para repensar la vivienda desde su uso y desde su diseño, conscientes de la improbabilidad de que se repita un escenario que hasta ahora no ha tenido precedentes pero también de la oportunidad que supone repensar la vivienda desde (y forzadamente sólo desde) la propia vivienda.
Grupo de whatsapp de la Xarxa de suport mutu del Poblesec. (Xarxa de suport mutu del Poblesec.)
Desde el diseño, esta es una oportunidad para replantear el proyecto y los estándares de vivienda, que actualmente afectan a espacios como la sala o la cocina o incluso el tamaño de los armarios, pero no incluyen como obligatorios el espacio exterior – terraza o balcón, que más allá de su uso climático y del aprovechamiento del clima mediterráneo – se está revelando como un lugar esencial para acceder a lo urbano desde lo doméstico y mitigar los efectos psicológicos del confinamiento. La casa mínima tal vez no debería ser tan mínima, ya que la calidad del confinamiento está directamente relacionada con la calidad del espacio y del aire que respiramos. Los múltiples recorridos, los espacios polivalentes y no jerárquicos, la multiplicidad de puertas o los espacios segregables puntualmente aprovechan exponencialmente los metros cuadrados. Repensar como mejorar el parque de vivienda existente y de la infravivienda se convierte en una asignatura pendiente a corto plazo. Constatamos que las habitaciones deben tener múltiples usos y que la palabra “familia” solo es una pequeña muestra (mínima) de todos los tipos de organización social a los que la vivienda debe responder. Las clasificaciones de las habitaciones en binomios de día y noche, padres e hijos o espacios servidores y servidos asimilan multitud de matices que las cuestionan. Quién sabe, quizás los altos muros que separan vecinos deban reinventarse como elementos más bajos que favorezcan relaciones y otros usos, a saber, sustituidos por redes de tenis visto su potencial como mediación y no como frontera.
Desde su actividad, explorar todo lo que puede ser, y todo lo que se puede hacer en la vivienda que no le estaba atribuido por defecto, en un momento de pausa en que la sociedad de consumo desenfrenado y la del turismo masivo está dejando paso a la reinvención de lo doméstico. Paradójicamente, una enfermedad nos da la ocasión de reinventar nuestras casas, de redescubrir nuestras ciudades, convirtiendo cada casa en mil casas.
#joemquedoacasa
Arquitectos de Cabecera
18 de marzo de 2020, 3r día de confinamiento
info@arquitectosdecabecera.org
www.arquitectosdecabecera.org
Lecturas recomendadas
- “Las Ciudades Invisibles”, Italo Calvino
- “Muerte y vida en las grandes ciudades”, Jane Jacobs
- “Habitar en Comunidad”, Lacol y la Ciutat Invisible
- “En Defensa de la Vivienda”, David Madden & Peter Marcuse
- "Mujeres, casas y ciudades. Más allá del umbral", Zaida Muixí
- “La Vida, Instrucciones de Uso”, Georges Perec
Este post es un artículo que también podrás leer junto a otros más en el libro Arquitectura desde casa: crónicas del confinamiento. Puedes descargarlo en el siguiente enlace.