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Danza y Arquitectura

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Os presentamos un artículo que ha escrito bailando. La danza es seguramente una de las mejores maneras de expresarnos, ya que utilizamos la arquitectura de todo nuestro cuerpo. Al fin y al cabo no podemos olvidar que bailar es una de las primeras formas de comunicación de la Humanidad.

Llevo ya unas cuantas horas (... de hecho hace unos días) ante este ordenador, intentando escribir un artículo que hable de danza y arquitectura. De arquitectura y danza durante estos días de confinamiento, y no lo consigo. Como ya no me queda mucho más tiempo para encontrar las palabras, comienzo a inquietarse me. Ojalá me hubieran pedido que lo explicara con el cuerpo, con la piel, con la mirada, con el movimiento ... bailando. Seguramente ya lo tendría hecho. Es muy inmediato y auténtico expresarse con el cuerpo. De hecho, al nacer, es nuestro primer y único lenguaje. Además, el cuerpo no miente, la danza no miente. Como dice Cesc Gelabert, la danza es habitar el cuerpo con la mente y las emociones.

Pruebo de de cerrar los ojos y respiro con conciencia, como hago siempre antes de empezar a calentarme para ensayar, o simplemente para bailar o improvisar un rato. Separo un poco la silla de la mesa donde estoy trabajando, pongo la espalda recta, siento el contacto de mis isquiones con la silla y respiro profundamente. Me escucho. Recorro toda mi arquitectura interior, hueso por hueso, órgano por órgano. Comienzo a mover lentamente los dedos de las manos, las muñecas, los brazos, los hombros. La espalda también necesita participar de este pequeño viaje y se lleva la cabeza con ella. .... ¡estoy bailando! Ahora ya empiezo a tener todo más claro. Decidido, haré este artículo bailando.

Me levanto, necesito sentir la gravedad bajo mis pies. Aún no abro los ojos, quiero escuchar el silencio dentro de mi cuerpo, estar atento a lo que pasa dentro de mí, sentir las señales que emiten mis sensaciones y dejar que estas se transformen en movimiento, en la esencia de cualquier movimiento, de cualquier forma. Ya lo decía la gran coreógrafa alemana Pina Bausch: "No me interesa cómo se mueven las personas, sino lo que hace que se muevan".

Foto: Miquel Ruiz

"Como dice Cesc Gelabert, la danza es habitar el cuerpo con la mente y las emociones." (Foto: Xavier Ruano)

"No estamos acostumbrados a utilizar nuestro cuerpo para jugar a descubrirlo, a sentir como puede acoger y transformar en movimiento nuestros pensamientos y nuestras emociones."

Creo que ahora mi cuerpo ya está preparado para que mis pensamientos se expresen a través de él.

Pongo música. Comienzo a caminar por el estudio donde estoy, consciente del volumen de aire que me regalan estas paredes, y relacionándome con ellas de tú a tú. Puedo tocarlas, sentir su temperatura, su textura. Me puedo estirar en el suelo y verlo todo desde otro ángulo. Ahora mismo este techo es mucho más alto de lo que estoy acostumbrado a ver. Intento moverme muy lentamente para poder observar con detenimiento cada detalle de las cosas que me rodean. A pesar de que las veo cada día, ahora lo hago desde otra perspectiva. Recorro toda la casa con esta calidad de movimiento, intentando ser consciente en cada momento de qué espacio ocupa mi cuerpo en cada estancia, qué volumen de aire habito y cuando volumen de aire me separa de las paredes y de los muebles. Este pequeño juego me hace percibir de una nueva manera mi arquitectura interior y la que me rodea. Si alguien me estuviera viendo ahora mismo por un agujerito, se pensaría que estoy bien tostado. No estamos acostumbrados a utilizar nuestro cuerpo para jugar a descubrirlo, a sentir como puede acoger y transformar en movimiento nuestros pensamientos y nuestras emociones. A menudo nos olvidamos de que el cuerpo, con el gesto y la danza, ha sido nuestro primer lenguaje, nuestra primera vía para comunicarnos y para expresar emociones. Los niños, en cambio, lo saben muy bien. Ellos no tienen vergüenza a la hora de utilizar su cuerpo sin limitaciones. Con ellos podemos inventarnos muchos juegos corporales durante estos días de confinamiento. Juegos que relacionen el espacio que habitamos con nuestros cuerpos.

Podemos jugar a medir el pasillo con nuestros cuerpos (dos papas, dos mamas, tres Juanes y cuatro Paulas). También se puede hacer midiendo con codos o bien con las piernas. Esto te da pie a recorrer el pasillo de una forma muy original. Otro juego interesante es, por ejemplo, hacer que una imaginaria hormiga pueda atravesar toda la casa sin tocar el suelo, haciéndole un largo camino con nuestros cuerpos. Probar que suba por una pierna hasta llegar al brazo y que, a su vez, conecte con otro brazo hasta el muslo, y de ahí pase a una cabeza, un hombro y otro brazo. Mientras la hormiga pasa por uno de nosotros, los demás observaremos de cerca el recorrido ... Qué coreografía más chula acaba montando.

(En esta web del mercat de les Flors, se puede encontrar más juegos corporales para hacer con los niños en casa).

Foto: Xavier Ruano - Teatre Nacional de Catalunya

"Cuando la arquitectura está habitada por cuerpos que se mueven con voluntad de expresar nos cambia completamente su percepción y la redescubrimos sorprendentemente." (Foto: Miquel Ruiz - Teatre Nacional de Catalunya)

Salgo al balcón. Siento el aire como acaricia mi piel. Levanto los brazos poco a poco por el lado hasta la altura de mis hombros, y con las palmas de las manos mirando adelante (como la posición del Hombre de Vitrubio) y dejo que entren dentro de mí todos los inputs que sea capaz de recibir, permitiendo que todos ellos viajen por todo mi cuerpo. Presencia y conciencia.

La calle está en silencio. Miro hacia todos lados y no veo gente. Sólo veo arquitectura deshabitada. ¡Como cambian los espacios cuando están desiertos! La arquitectura sin nadie que la habite es bien diferente de cuando está ocupada. Es curioso como esta anormalidad que estamos viviendo ahora, hace que nos miramos estas calles, casi desiertas, de una manera muy diferente a como lo hemos hecho hasta ahora. Nos fijamos más en la arquitectura, en sus volúmenes y en sus detalles estructurales, pero a la vez también nos damos cuenta más de cómo son y cómo se mueven las pocas personas que ahora se pasean. Tanto los edificios como las personas toman más importancia. Inmovilidad y movimiento. Duradero y efímero. Piedra y piel. Arquitectura y danza.

Dansa i la composició del cos

La danza nos ayuda a conocer la arquitectura de nuestro cuerpo. (Foto :)

Esto que acabo de decir me hace pensar en los muchos golpes en que, espacios comparables a estos que ahora veo vacíos, han sido ocupados y habitados justamente para bailarines. Como, por ejemplo, durante algún festival de teatro y danza de calle de cualquier pueblo o ciudad. Espacios todos ellos que todavía retienen la energía que desprendieron todos aquellos cuerpos, todas aquellas almas danzantes, todos aquellos espectadores entregados.

Cuando vuelvo a caminar por estos espacios donde he vivido o compartido danza, inevitablemente la memoria me remite a aquellos precisos y preciosos momentos donde aquella arquitectura se transformaba y tomaba una nueva dimensión, gracias a los movimientos de aquellos bailarines. Espacios fríos que de golpe se convertían espacios emocionantes. Espacios indiferentes que de golpe se volvían de lo más interesantes. Espacios impersonales que de vez tomaban todo el carisma del mundo. Espacios feos que incluso se volvían bonitos, y espacios bonitos que acababas encontrando aún más bonitos.

Estamos acostumbrados a ver la arquitectura con gente que se mueve de forma normal, con movimientos normales y a una velocidad normal. Pero cuando esta arquitectura está habitada por cuerpos que se mueven con voluntad de expresar, de compartir y de sentir, siendo conscientes del espacio que están habitante, conscientes de la textura de las superficies, de su color y su tacto, de las sombras que originan, de la luz que reflejan y los rincones que esconden ... entonces nos cambia completamente la percepción de esta arquitectura y la redescubrimos sorprendentemente. La danza puede ser transformadora de la arquitectura, al igual que la arquitectura puede ser transformadora de la danza.

Foto: Miquel Ruiz

"Sin ver un espectáculo de danza, podemos darnos cuenta de las relaciones espaciales, cinéticas y emocionales que, espontáneamente, fluyen cuando las personas habitamos un espacio." (Foto: Xavier Ruano)

"Deberíamos dar por perdidos todos los días que no hemos bailado una vez como mínimo."

Friedrich Nietzsche

Incluso, sin ver un espectáculo de danza, podemos darnos cuenta de las relaciones espaciales, cinéticas y emocionales que, espontáneamente, fluyen cuando las personas habitamos un espacio. Y aún más interesante, es probarlo uno mismo. Las ciudades, desde sus más pequeños rincones hasta las grandes obras arquitectónicas, nos ofrecen unos espacios magníficos donde poder utilizar nuestro cuerpo no sólo para trasladarnos. Nos brindan la oportunidad de poder correr, girar, apoyarnos en las paredes, estirarnos por tierra, abrir los brazos para recibir toda la inmensidad de aquellas formas o bien para enviar toda nuestra energía hasta poder casi tocarlo las. También hay espacios que invitan al recogimiento, a moverse despacio, con pequeños movimientos, a conectar con uno mismo. De hecho, simplemente caminar por un espacio, siendo consciente de tu relación con este espacio, ya se danza; observar a la gente que camina, y relacionar este caminar con la arquitectura que los rodea, puede llegar a ser una curiosa coreografía. Si no, mirad qué interesante coreografía se crea (... y creamos) constantemente para acceder a los controles del aeropuerto de nuestra ciudad. Si miras el mundo con ojos de coreógrafo, descubres que todos somos bailarines de una misma y compleja danza.

Empieza a refrescar. Puede que vuelva hacia dentro. Ahora me apetece olvidarme un poco de todo, y bailar simplemente para bailar, por el gusto de conectar con mi cuerpo, de liberarme a través del movimiento. Pongo una música con mucho ritmo, y dejo fluir todos mis sentimientos a través de mi cuerpo, de mis articulaciones y de mi piel. Me siento libre. Ya lo decía Paulo Coelho: "Cuando bailas puedes disfrutar del lujo de ser tú mismo". No pienso parar de bailar hasta que mis rodillas me recuerden que ya tengo una edad, que han hecho muchos pliés y que mañana tengo una clase vía telemática de técnica "gaga" * a las 10 de la mañana.

Para terminar, sólo quiero deciros que no soy una persona muy abocada a profundizar en temas filosóficos, ni intentar comprender frases que han dicho grandes filósofos. Sin embargo, también os aseguro que sí entiendo, y cada día tengo presente, aquella famosa frase que dice: "Deberíamos dar por perdidos todos los días en que no hayamos bailado una vez como mínimo". (Friedrich Nietzsche).

¡Ah!, ... y todo esto también puede intentar hacerlo vosotros. Cada día un rato, sin miedo, sin vergüenza, haciendo caso a Marta Graham cuando decía: "A nadie le debería importar si baila bien o no. ¡Va, levántate y baila! Los grandes bailarines lo son por su pasión. "

(*) técnica de entrenamiento de danza ideada por el coreógrafo israelí Ohad Naharin

 

#joemquedoacasa

Toni Mira
57º día de confinamiento

 

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Este post es un artículo que también podrás leer junto a otros más en el libro Arquitectura desde casa: crónicas del confinamiento. Puedes descargarlo en el siguiente enlace.

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