El secreto del BARQ, el festival de cine de arquitectura de Barcelona
¿Cuál es la relación que hay entre el cine y la arquitectura? ¿Es la segunda un vehículo para reflexionar sobre realidades contemporáneas vinculadas a la sociedad y el medio ambiente? Esta semana se ha celebrado la tercera edición del BARQ, el festival que apuesta por acercar la disciplina al gran público. Entrevistamos a Xavi y Nuria Campreciós, director y jefa de programación, respectivamente, por habla sobre estas y otras cuestiones.
Pregunta: ¿Cómo nació el BARQ?
Xavier Campreciós (X.C.): Hace tiempo que en Nihao Films hacíamos documentales y videos de arquitectura. A partir de aquí, hemos ido conociendo personas vinculadas al sector en España. Habíamos hecho un par de documentales que presentamos en festivales internacionales de cine de arquitectura y vimos que aquí no había ninguno. Entonces decidimos, junto con las instituciones que nos apoyan, que existía un nicho y consideramos que era una oportunidad. Barcelona es una ciudad referente en el campo de la arquitectura, pero le faltaba su festival de cine sobre esta disciplina.
P: Las dos primeras ediciones formaban parte de la programación de la Semana de Arquitectura, que tiene lugar en mayo, y ahora ha habido un cambio de fechas. ¿Por qué?
X.C.: El Festival de Arquitectura de Barcelona multiplicó su oferta y en aquella semana había tantas actividades de arquitectura que nos acabábamos contraprogramando entre nosotros. Entonces decidimos que quizás sería mejor hacer coincidir las fechas con el día mundial de la arquitectura, que es el 1 de octubre. En principio, a partir de ahora siempre se celebrará en esta época del año.
Nuria Campreciós (N.C.): también buscábamos empezar a involucrar más en los estudiantes de arquitectura, pero a finales de mayo están en la recta final del año universitario. En cambio, finales de septiembre es el inicio de curso, y esto nos da la oportunidad de dar a conocer el festival entre este público estudiantil y juvenil.
¿Cuáles es el proceso de selección de los largometrajes, cortometrajes y documentales que forman parte de la programación?
N.C.: La producción anual de largometrajes y cortometrajes sobre cine de arquitectura es muy extensa, pero hay pocas ventanas de exhibición. No es un cine mainstream, y por tanto hay una investigación previa que dura meses. Tenemos diferentes productoras y distribuidoras con las cuales contactamos cada año porque nos enseñen qué propuestas tienen a su cajón que nos puedan interesar.
También hacemos scouting en los diferentes festivales de cine de arquitectura de todo el mundo, como el de Róterdam, Milán y Nueva York, así como en diferentes festivales de arquitectura y de diseño.
Finalmente, abrimos una convocatoria anual en FilmFreeway porque las directoras y productoras nos envían sus propuestas, que son películas que están lejos de estos circuitos. Recibimos unas 200 producciones, entre largometrajes y cortometrajes, sobre todo de documentales. Con la arquitecta Cèlia Marín, que forma parte del equipo de programación, visionamos todas las películas que llegan y hacemos la selección.
¿Qué criterios aplicáis en esta selección?
N.C.: Tienen que ser documentales cinematográficos de alta calidad, propuestas que sean arriesgadas y que tengan un punto experimental. Esto nos gusta muchísimo, que exploren nuevas maneras de relatar la arquitectura. También los títulos que celebran arquitectos o edificios locales que nos pueden parecer interesantes y rehuir del que sería más esperado porque intentamos sorprender los espectadores. Asímismo, rehuimos un poco de esta visión europea centrista o del norte global y buscamos cinematografías y arquitecturas que traten sobre otros lugares del mundo para acercar nuevas cinematografías y nuevos relatos a la ciudadanía.
Uno de los ejes temáticos de esta edición es cómo se percibe la arquitectura
Habéis comentado que Cèlia Marín es miembro del equipo. ¿Tener un arquitecto enriquece esta selección?
X.C.: tenemos más de uno. De entrada, los project partners del festival están formados por, entre otros, miembros de Arquin FAD, Fundación Arquia, Fundació Mies van de Rohe y el Col·legi d'Arquitectes de Cataluny, que nos aconsejan. Nosotros no somos arquitectos y para muchos temas necesitamos a veces la tutela, por decirlo de alguna manera, por saber si aquello que se está diciendo en un documental es cierto o si hay otras visiones. El papel de Cèlia Marín es clave porque a veces hay arquitectos que nos pueden pasar desapercibidos y que son muy importantes.
¿Podemos decir que la arquitectura es un personaje más que puede influir en el desarrollo de la narrativa?
N.C.: Justamente, uno de los ejes temáticos de esta edición es cómo se percibe la arquitectura y como muchas veces un edificio nos puede influenciar a cómo lo sentimos, como lo experimentamos. Este año tenemos tres o cuatro propuestas que reflexionan sobre el papel clave que tiene la arquitectura o un edificio y cómo este puede llegar a tener una alma que también nos influye.
La programación también tiene un fuerte componente de actualidad. ¿Cómo incentiva la arquitectura estos debates?
N.C.: Queremos que el festival no sea sólo una plataforma de documentales sobre arquitectura, sino también un espacio de reflexión que trate sobre diferentes temáticas. A través del cine de arquitectura se puede hablar de desigualdades, del acceso a una vivienda digna, de cómo pensamos un progreso que implica la urbanización de unos espacios.
Por ejemplo, este año tenemos Racist Trees, que realmente no trata ni de un edificio ni de un arquitecto sino de un muro de árboles que se plantaron en un momento determinado. No quiero hacer spoiler, pero es la excusa por habla de racismo y de desigualdad social en un momento muy concreto en Palms Springs.
Se puede hablar del macro, pero también del micro. Y creo que esta es la apuesta del festival, salir de lo que es estándar para ir a buscar aquellas propuestas que nos sirven de una manera original o diferente por habla de temas sociales, medioambientales, de sostenibilidad, de desigualdades sociales, de género, de igualdad, etcétera.
¿El objetivo es educar, informar?
X.C.: El BARQ no es solo la proyección de películas. Habrá directores, directoras, gente invitada, que hablarán con Cèlia Marín, que estará en los Cines Girona, y el público después de las proyecciones. Aportar una reflexión es uno de los valores del festival.
N.C.: En las sesiones donde, por tema de agenda, no podrán asistir los directores, estará Miquel Fernández, que hablará, sobre todo, de violencia simbólica y urbanismo. Después de las sesiones de Racist Trees y El tren y la península estará presente para ofrecer un buen espacio de diálogo y de reflexión alrededor de las temáticas de las dos películas. Creemos que es muy interesante poder ofrecer al público, no tanto una sesión de cine y bastante, sino un espacio donde poder reflexionar sobre estos temas.
Este año habéis organizado una sesión especial sobre neuroarquitectura, donde ya no quedas entradas, con la participación de Ana Mombiedro. ¿Por qué el interés en esta disciplina?
X.C.: La palabra neuroarquitectura quizás todavía no es muy conocida, y sorprende. Yo creo que aquí también influye que la sesión está en el cine Zumzeig, una apuesta de este año, y que es una sala con un público muy fiel. No sé si también influye que la Casa Lis, la protagonista del documental Light without sun, sea Jørn Utzon o que aparezca una de las personas que da más gusto escuchar como filósofo de la arquitectura, Juhani Pallasmaa, quien es una delicia.
Este año se ha organizado una sesión especial sobre neuroarquitectura
Ahora que habéis llegado a la tercera, ¿podéis valorar las dos primeras ediciones del BARQ?
N.C.: Año tras año, el público nos felicita y desde el sector nos comentan que era muy necesario para Barcelona tener un festival de cine sobre arquitectura, que lo echaban de menos. No es fácil hacer una valoración porque empezamos con un escenario de pandemia y el año pasado todavía salíamos de las restricciones.
Creo que esta tercera edición podremos ver la respuesta del público. De momento, es muy buena. Hemos vendido todas las entradas en más de una sesión, y esto no había pasado nunca. Las sesiones de cortos también están funcionando muy bien, y hemos ampliado el número de proyecciones de dos a tres en esta categoría.
X.C.: Evidentemente, es muy importante que sea un éxito de público, pero también estamos muy convencidos de nuestra selección porque son películas de un gran valor cinematográfico, arquitectónico o filosófico, y de las actividades que hemos organizado alrededor de la programación.
N.C.: El festival es relativamente pequeño, con unos espacios muy limitados y con unos días muy limitados. Intentamos crecer de manera sostenida. La primera edición tuvimos muchas menos películas que en la edición de este año y hemos incrementado las sedes. Esto tiene pinta que va bien y la idea es ir creciendo a medida que se celebren ediciones.
Entonces, ¿habrá una cuarta edición?
X.C.: Habrá una cuarta edición. Todavía no hemos abierto inscripciones, pero Nuria, como jefa de programación, siempre tiene el ojo puesto en los diferentes festivales que se celebran, qué se está estrenando y qué películas están en producción.
N.C.: Hay títulos que ya estamos valorando de cara a la próxima edición y que, por cuestión del calendario, este año no han llegado a tiempo, y estoy en conversaciones con productoras y distribuidoras.
También estamos haciendo la producción de las dos subsedes del BARQ, Madrid y Logroño. La celebración de la sesión especial en Madrid será el 18 de octubre y proyectaremos el título que gane el premio a la mejor película en Barcelona. Nos acompañará el director y arquitecto Fernando Colomo y estamos hablando con uno o dos arquitectos porque participen en un coloquio posterior alrededor de cine y arquitectura.
Después iremos al Festival de Arquitectura de Logroño, que es un gran evento, muy próximo a la gente y muy bien dirigido por Javier Peña. Allí presentaremos una o dos sesiones de películas que se han proyectado en el festival, que escogeremos junto con la dirección del festival.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert