Así influye la arquitectura hospitalaria en los usuarios
La arquitectura hospitalaria es, seguramente, la más compleja de abordar dentro de los distintos tipos de edificios públicos. Requiere de una sensibilidad especial para lograr generar un mayor bienestar en pacientes y profesionales de la sanidad. Y tiene paralelismos con la ciudad: debe funcionar en su conjunto y cada unidad por separado. Así que el reto para el arquitecto es monumental, pero la recompensa de hacerlo bien es mayúscula. El buen diseño no sana, pero puede reconfortar.
A pesar de tratarse de una instalación casi centenaria, el diseño que Lluís Domènech i Montaner ideó para el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau sigue siendo paradigmático y ejemplar. Fruto de una época en la que empezaron a introducirse conceptos que buscaban conseguir una mayor higienización en las ciudades, el arquitecto modernista introdujo una serie de conceptos que hoy anhelamos recuperar.
Fue generoso con la presencia de plantas y flores, reales y plasmadas en la cerámica hidráulica que decora los interiores. Cada unidad de hospitalización disponía de un espacio vidriado orientado al sur con vistas a los jardines adyacentes y de una red subterránea que conectaba los diferentes pabellones y por donde transcurría la parte menos amable de estas instalaciones, invisible para sus usuarios.
A principios del siglo XX, Domènech i Montaner se avanzó a su tiempo e introdujo conceptos como la biofilia en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. (Manuel Torres Garcia/Unsplash)
El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau sigue siendo un ejemplo de arquitectura hospitalaria
“El arquitecto viajó por toda Europa para conocer los hospitales más importantes e hizo algo que hoy en día hacemos poco: reflexionar sobre cómo debía ser hospital ideal según las necesidades y cuidados que precisan las personas. Desde mediados del siglo XX hemos virado hacia la funcionalidad, la economía y una estética aséptica que ha situado la organización de los espacios en un segundo plano”, apunta Ramon Torrents, director del curso Fundamentos en arquitectura hospitalaria de Escola Sert.
Una “ciudad” hospitalaria
La complejidad anunciada al inicio radica en que un hospital debe funcionar a pleno rendimiento 24/7, en su conjunto y cada una de sus unidades por separado. Y no solo las específicas para la hospitalización de pacientes, las pruebas médicas o las consultas, sino también los servicios no asistenciales como la logística interna y externa, los suministros, la seguridad, la administración o el sinfín de interacciones que se producen a diario en una instalación hospitalaria.
Las habitaciones del South Carolina Shawn Jenkins Children’s Hospital se inspiran en las casas de playa locales, con suelo de madera, alfombras y muebles sencillos. (Perkins+Will en colaboración con McMillan Pazdan Smith Architecture)
“El enfoque es similar al que se aplica en la ciudad; cada barrio tiene la misma complejidad que una urbe pero a una escala menor. En un hospital sucede lo mismo, con el añadido de que cada unidad tiene particularidades muy concretas que deben tratarse con una estrategia individualizada”, explica Torrents.
Clara Rius, profesora del citado curso, agrega que los motivos por los que acudimos a un hospital también son un punto de partida fundamental del diseño hospitalario, ya que son instalaciones que generan sentimientos negativos en aquellos que acceden a ellos, elemento importantísimo y que agrega, si cabe, una mayor singularidad y delicadeza a su diseño.
Renovación de una de las salas de espera del Hospital Clínic, un espacio casi claustrofóbico que PSP Arquitectura transformó en pequeños salones. (Estudi PSP Arquitectura)
“No es lo mismo acudir a una revisión rutinaria que a urgencias porque has sufrido un accidente de coche. Como arquitectos, aquí empezamos a percibir situaciones extremas que debemos solucionar desde el diseño”, cuenta la arquitecta.
Rius añade que la sala de espera de urgencias “es, seguramente, uno de los espacios más críticos y que generan una mayor vulnerabilidad, y estos inputs sensoriales deben tenerse en cuenta, más allá de criterios más generales como son la luz natural, el diseño orgánico, la ventilación, la orientación o la circulación”.
La planta de rehabilitación del centro Shirley Ryan AbilityLab es fluida, intrincada y colorida. (HDR, Gensler, Clive Wilkinson Architects, EGG Office)
Existen estrategias de diseño que contribuyen a mejorar la visita o estancia en un hospital.
La buena arquitectura sabe cómo paliar el denominado síndrome de la bata blanca que experimenta la mayoría de la población. Al entrar en un hospital aumenta el nivel de estrés y el ritmo cardíaco se dispara. El trasiego en pasillos abarrotados genera confusión. Sin embargo, existen estrategias de diseño que contribuyen a controlar y disminuir este malestar emocional y físico.
Luz, orientación y descompresión
Además de docentes en Escola Sert, Ramon Torrents y Clara Rius son socios del Estudi PSP Arquitectura, especialistas en arquitectura hospitalaria. Uno de los proyectos que llevaron a cabo fue la reforma del Hospital Clínic de Barcelona y citan, como ejemplo, la renovación que hicieron de una de las salas de espera, un espacio casi claustrofóbico que transformaron en pequeños salones.
Los arquitectos responsables del EKH Children Hospital en Tailandia se pusieron en la piel de los niños para crear espacios que invitan al juego. (Integrated Field)
“Tiramos paredes, ampliamos el tamaño de las ventanas para abrirlas al exterior, agregamos elementos de biofilia, sustituimos las baldosas de color marrón oscuro por otras blancas, colocamos luces de vidrio, maderas claras y alfombras, y agrupamos los asientos para crear pequeñas salas de estar dentro del mismo espacio”, enumera Torrents. “Es un espacio que nos gusta visitar periódicamente para ver cómo funciona y que sus usuarios nos lo expliquen”, agrega Rius.
Otro elemento importante es la circulación y orientación dentro del hospital. Rius comparte que es fundamental que los usuarios perciban el edificio incluso antes de entrar en él. “Las ventanas hacia el exterior en escaleras y plantas permiten recuperar vistas del espacio o la calle por donde has entrado. Cumplen la doble función de orientar y relajar”.
La biofilia, ya sea con plantas reales, de plástico o en fotografías, ayuda a controlar los niveles de estrés. Ejemplo de aplicación en el Hospital de Barcelona. (Estudi PSP Arquitectura)
Torrents añade que los sistemas de información también son importantes, y en este caso, “menos es más”, ya que los nervios que experimenta el usuario no le permiten leer con atención. “Las señales deben ser claras, contener un texto mínimo y utilizar colores. Debemos evitar dibujar líneas en el suelo para que los usuarios miren al frente”, indica.
Pruebas neurocientíficas en que se fundamenta el diseño
Todas estas estrategias no responden únicamente a una cuestión estética, sino que están basadas en fundamentos científicos que avalan su efectividad. Rius menciona el trabajo de Roger S Ulrich, que observó cómo los pacientes que se estaban recuperando de una operación quirúrgica de vesícula en un hospital de Pensilvania (EE.UU.) recibían el alta un día antes y pedían menos analgésicos para el dolor, si desde la ventana de su habitación veían unos árboles, frente a aquellos que solo podían contemplar una pared.
Amplios ventanales y zonas ajardinadas en el Hospital de Manresa. (Estudi PSP Arquitectura)
“La luz natural, la acústica…, son aspectos poco tangibles y a veces difíciles de medir pero avalados por la neurociencia y que nosotros aplicamos en nuestros diseños”, dice la arquitecta.
La arquitectura no tiene la capacidad de curar, pero un hospital que tenga en cuenta todos estos factores hará que todo el proceso sea, al menos, un poco más placentero.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
Para saber más:
Una formación donde te explicamos cómo los hospitales son claramente singulares respecto a otros tipos de edificios de uso público (oficinas, universidades, bibliotecas, etc.) debido a su complejidad.